Autor: Haruki Murakami
Editorial: Tusquets
Número de páginas: 392
ISBN: 9788483103074
Precio: 19 €
Puntuación: 8
Toru Watanabe, un ejecutivo de 37 años, escucha casualmente mientras aterriza en un aeropuerto europeo una vieja canción de los Beatles, y la música le hace retroceder a su juventud, al turbulento Tokio de finales de los sesenta. Toru recuerda, con una mezcla de melancolía y desasosiego, a la inestable y misteriosa Naoko, la novia de su mejor –y único– amigo de la adolescencia, Kizuki. El suicidio de éste les distancia durante un año hasta que se reencuentran en la universidad. Inician allí una relación íntima; sin embargo, la frágil salud mental de Naoko se resiente y la internan en un centro de reposo. Al poco, Toru se enamora de Midori, una joven activa y resuelta. Indeciso, sumido en dudas y temores, experimenta el deslumbramiento y el desengaño allá donde todo parece cobrar sentido: el sexo, el amor y la muerte.
Este es el tercer libro que leo de este autor. Siempre he tenido sentimientos encontrados con Murakami, porque 1Q84 (partes 1 y 2) no me gustó nada, After dark me dejó algo fría y esperaba que Tokio blues terminara de decidir mi relación con este señor, para bien o para mal.
Lo primero que tengo que resaltar de Tokio blues es que es un libro muy melancólico. Sus páginas desprenden una sensación de tristeza y de desamparo, pero gracias a dios tampoco ha sido tan exagerado como para que me dieran ganas de deprimirme mientras lo leía.
El protagonista, Watanabe, parece estar perdido, o eso fue lo que me pareció a mí. Si me pareció triste este libro era porque parecía que Watanabe no tenía un objetivo claro en la vida. Desde que su único amigo, Kizuki, se suicida, va dando tumbos. Va a la Universidad, pero no siente verdadero interés por las clases. No hace amigos íntimos. Intenta superar la muerte de Kizuki bebiendo y acostándose con chicas que no conoce de nada. Me pareció una existencia muy vacía y solitaria.
Sin embargo, al poco aparece Naoko en su vida, con la que había perdido el contacto después del suicido de Kizuki. Naoko se convierte en la única cosa buena que tiene, la única persona que consigue despertar en él auténticos sentimientos de ilusión y de amor.
Pero no sólo Naoko, sino que posteriormente Watanabe conocerá a Reiko y a Midori, los dos personajes que más me han gustado de esta historia porque ambos tienen algo que les falta a los demás: las ganas de vivir, de no rendirse, una vitalidad increíble, una fuerza de voluntad para superar los problemas y seguir adelante.
Tokio blues puede parecer un libro en el que no pasa nada, pero no es así. No tiene acción, pero eso es porque se centra en los sentimientos y en los personajes, que son los que sostienen esta historia. Sobre todo, es una reflexión sobre el paso de la adolescencia al mundo adulto, un cambio que no es nada fácil, que no todos son capaces de aceptar y que en muchos aspectos, es triste.
Tokio blues es, hasta el momento, el libro que más me ha gustado del autor. Es un libro lento y sin apenas acción, en el que predomina el mundo interior de los personajes, sus miedos y su forma de enfrentarse a ellos, y los sentimientos.