Ginza es el distrito comercial por excelencia de Tokio, si eso es posible, porque todo Tokio es una gran ciudad comercial. Pero si que es el lugar donde deslumbrar al visitante. En este elegante barrio las marcas de los diseñadores de ropa más prestigiosos compiten por mostrar el edificio más deslumbrante, el escaparate más exclusivo, o si no al menos el más llamativo. Y no sólo las marcas de moda quieren destacar. Aquí sin ir más lejos está el edificio Sony, antaño el lugar de culto donde el gigante presentaba las novedades mundiales cuando era casi el líder indiscutible, o en calles aledañas el llamativo edificio de Yamaha. Si, en Ginza no se habla de tiendas o comercios de lujo, se habla de edificios enteros, en algunos casos diseñados por prestigiosos arquitectos internacionales. Pero en Ginza también hay teatros, cientos de restaurantes, galerías y restaurantes exclusivos con estrellas michelín. Pero también hay lugares más añejos como algunos de los puentes de hierro colado que sostienen las vías de tren. En fin, de todo para todos los gustos.
Cualquiera que haya dado un vistazo por encima a las cosa más turísticas de Tokio sabrá, al igual que nosotros lo sabemos, que el cruce de peatones del barrio de Shibuya es una de las imágenes más reconocibles de Tokio. Pero debo decir que a nosotros nos pareció mucho más bonito el paso de Ginza, con sus modernos y preciosos edificios orientados hacia sus seis pasos de cebra pintados en la calzada.
Junto al edificio de la multinacional Sony se ha levantado hace poco uno otro edificio que representa la vanguardia de Tokio. La Maison de Hermès, firmada por el arquitecto y premio Pritzker Renzo Piano, luce su discreta fachada acristalada por el día mientras que por la noche se viste de luces. Y eso es algo muy importante en Tokio. Prácticamente es necesario visitar los diferentes barrios de la ciudad tanto de día como de noche, porque algunos de ellos como Ginza, Shibuya y sobre todo Shinjuku cambian radicalmente cuando la luz del sol deja paso a las luces de los neones multicolor.
El teatro Kabukiza es uno de los buques insignia del barrio de Ginza. El contraste de su arquitectura tradicional con la modernidad de los rascacielos que lo rodean es una de sus señas de identidad.
Desde Ginza es fácil acceder hasta el mercado de pescado de Tsukiji. El mercado exterior de Tsukiji ofrece cientos de locales donde comprar al por mayor y al por menor pescado y productos del mar como algas, crustáceos o bivalvos. Pero no sólo hay despachadores de pescado. en algunas de sus calles los puestos de comida y los restaurantes se suceden sin solución de continuidad. Y los ríos de gente también se mueven al unísono, claro indico de la popularidad del mercado de Tsukiji. Obviamente no acudimos a la subasta del pescado ya que su acceso está limitado a unas decenas de personas, y no estábamos dispuestos a pegarnos un madrugón padre desde nuestro apartamento de Shinjuku para hacer cola en las oficinas en busca de un pase. Si en una estancia futura en Tokio nos alojamos cerca del mercado quizás nos demos el madrugón.
Entre las mareas de gente, y las importantes colas para sentarse a comer en alguno de los restaurantes del mercado exterior, decidimos comer paseando por los numerosos puestos del mercado e ir de esa forma saboreando y conociendo las numerosas opciones culinarias que los puestos ofrecen en forma de pincho o de tapa a la japonesa. Y pienso que fue una gran decisión que disfrutamos moviendo el bigote de puesto en puesto.
El aroma que desprendían estos pinchos de vieras a la parrilla es difícil de describir sin que vuelva a salivar sin control nuevamente. Aunque no resultan baratos la mayoría de los pinchos y ofertas culinarias, merece la pena porque es la forma más sencilla de probar gran variedad de productos a un precio razonable. Otro tema a parte son las porciones de atún rojo que también vendían listas para consumir donde las variedades más grasas alcanzaban unos precios de escándalo que nosotros no estábamos dispuestos a pagar.
Las ostras procedentes de las zonas de cultivo del sur del país son una de las estrellas de muchos de los puestos. Servidas vivas con un poco de salsa de soja son un auténtico manjar. Disfruté muchísimo de su sabor y textura y la soja como complemento le acompaña perfectamente. A un precio de 500 yenes por pieza -unos 4 euros y pico- mejor disfrutar de ellas si en el viaje a Japón hemos incluido Hiroshima y sobre todo la isla de Miyahima. Allí pudimos disfrutar de ellas mucho más baratas, a razón de 200 yenes por unidad. la diferencia es significativa y, por cierto, las sirven abiertas a la parrilla de carbón. Uno de los problemas que tuvimos es que algunas de las cosas que probamos no tuvimos ni pajolera idea de que eran, salvo que eran altamente recomendado por el tokiota de turno. Tengo que decir que todo estuvo muy bueno.
Aquí hasta las golosinas de los niños se presentan en cajas de sushi...simplemente preciosas
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