Edificios que encierran a la vista pública sus joyas más preciadas, los patios llenos de verdor, azulejos y fuentes de agua.
De la docena de mezquitas que existieron quedan dos, la del Cristo de la Luz, del año 999 y la de Tornerías, algo posterior.
La mezquita mayor estaba en el emplazamiento actual de la catedral, pero parece ser que no fue un edificio notable, sólo espacioso para poder acoger a todos los habitantes varones de la ciudad.
Los barrios del sur, colindantes con el río, estaban ocupados por las tenerías, tintorerías y otras instalaciones relacionadas con el agua. Se supone que allí construyó su legendario reloj y calendario acuático el gran astrónomo Azarquiel.
Pero sobre todo, la herencia más patente y omnipresente es la estética mudéjar en la arquitectura y decoración con el uso del ladrillo, la mampostería, los variados arcos entrelazados, las techumbres de madera y las ricas yeserías, utilizadas durante siglos en todo tipo de edificios, incluida la catedral.
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