Lo hago desde siempre y sin darme apenas cuenta. Me sale solo.
A veces, me planteo si hago bien o mal, si no debería decidir yo por que a lo mejor hay decisiones que suponen una carga para ellos, pero luego me paro a pensar que este mundo está diseñado por y para los adultos y casi todo , para los niños, es imposición.
Así que yo les dejo decidir todo aquello que esta a su alcance.
Si hay sopa y puré, ¿por que decidir por ellos?
(Los jueves es el día favorito de mi hija, por que es día de restos y hay muchos platos entre los que decidir.)Si hay gimnasia y tienen un chándal rojo y otro azul, ¿por que no decir ellos cual ponerse?
Si puedo pagarles las extra escolares o quedarme en casa con ellos, pero son ellos los que tendrán que ir en su tiempo libre, ¿quien soy yo para decidir que si que irán o cuales asistirán?
Creo firmemente que hay que aprender a ver hasta donde ellos son capaces de gestionar sus vidas, que dejandoles decidir, estamos enseñandoles y ayudandoles a crecer.
Si decidimos absolutamente todo por ellos, les mandamos el mensaje subliminal de que ellos no son capaces.
No les dejamos cometer errores, por que decidir, lleva implícito errar a veces y también hay que aprender a equivocarse, reconocerlo, asumirlo, subsanar el error y levantarse para seguir caminando hacia delante después.
A veces me cuesta acatar sus decisiones, por que en mi interior creo que otra opción sería mas correcta, pero yo soy excesivamente exigente conmigo misma (cosa que me hace sufrir mucho) y no quiero medirles con la vara que yo me mido, ni tampoco que aprendan a medirse así, así que si la decisión no es algo vital, me callo, me guardo mi opinión o les expreso mis dudas y respeto su decisión.
Este año mi hijo, que previamente había decidido apuntarse a dos actividades extra escolares, al ver el ritmo de deberes que lleva y como se agobia, ha decidido que no se apuntará a ninguna y a mi me ha costado dejarlo estar por que este año me parecía mas recomendable que se apuntase a lo que previamente había decidido, pero entiendo su agobio y le acompaño en su decisión.
Me quedó claro que era totalmente capaz de tomarla, cuando el otro día después de estar un rato cantando las alabanzas de las actividades a las que ahora ya no quiere ir, me dijo:
-"Lo se mamá, lo entiendo, pero no quiero ir. Si tu quieres que vaya por que es lo mejor, pues voy, pero yo no quiero ir"
Pues decidido, ¿quien soy yo para obligarlo si una de esas actividades no la necesita y la otra era para relajarse?