En diciembre de 2015, la Asamblea General designó el 5 de noviembre como Día Mundial de Concienciación sobre los Tsunamis. La creación del Día Mundial es una idea original de Japón, que, desafortunadamente, se ha visto expuesto a estos desastres en repetidas ocasiones a lo largo de los años. Este país tiene una gran experiencia en áreas tales como la alerta temprana de tsunamis, la acción pública y la reconstrucción posterior a los desastres para conseguir reducir los impactos futuros. La fecha elegida tiene su origen en la anécdota "Inamura no hi", es decir, la "quema de las gavillas de arroz". Durante un terremoto en 1854, un aldeano vio que la marea estaba bajando, una señal de que se avecina un tsunami. A expensas de sus bienes, decidió prender fuego a toda su cosecha para advertir al resto de habitantes de la aldea que huyeran a tierras altas. Posteriormente, construyó un terraplén y plantó árboles para que actuaran como sistemas naturales de amortiguación frente a futuras olas.
Y finalmente para ir culminando, el titular de la ONU, António Guterres, destacó la importancia de la reducción del riesgo de desastres si se quieren lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización y alentó a los Gobiernos, las autoridades locales y el sector de la construcción a trabajar en favor "de un desarrollo en el que se tengan en cuenta los riesgos e inviertan en la resiliencia". Para 2030, se estima que el 50 por ciento de la población mundial vivirá en zonas costeras expuestas a inundaciones, tormentas y tsunamis. Así que será de vital importancia invertir en infraestructura resilente, en sistemas de alerta temprana y en educación para ser capaces de salvar a las personas que viven en esas zonas y proteger sus pertenencias contra el riesgo de tsunamis en el futuro.