Hay que admitir que escribía bien el hombre, las llamativas luces de un club nocturno que aparentan mas atractivas que la literatura fueron quizás su perdición. Perdimos un escritor y ganamos un payaso, ambos artistas y necesarios para hacernos la vida mas agradable, en su caso el eligió su camino, los payasos de circo a veces hacen su trabajo por pura necesidad.
FIRMADO: TOMÁS RONCERO. (La ruta a seguir para los enanos del periodismo forofo)