Brad Bird lleva entreteniendo a mi generación muchos años. Los nacidos en los noventa crecimos con El gigante de hierro en VHS, maduramos con Los Increíbles en cines y, algunos más que otros, nos emocionamos con Ratatouille. Años más tarde se encargó de Misión Imposible: protocolo fantasmay descubrimos que sabía hacérnoslo pasar bien sin tener que recurrir a la animación.
Bird, como miembro ilustre de esa combinación de energía, ilusión, talento, y máquina de dinero que son Disney y Pixar, siempre ha estado rodeado de elementos comunes a la identidad creativa de todos sus miembros. La nostalgia, el recuerdo de la niñez, el discurso sobre el valor de uno mismo, y el amor por el entretenimiento. En Tomorrowlandtodo esto se encuentra de forma evidente, es incluso subrayado por los protagonistas cuando el guión (obra de Lindelof y el propio Bird) no cree estar suficientemente encima del espectador y llegado un punto, resulta algo agotador.
Las dos horas de duración de este film sobre la esperanza en el ser humano y los peligros del mundo que este está creando, se hacen extrañamente alargadas si pensamos en los buenos mimbres con los que cuenta. Principalmente: un director de talento y el siempre carismático George Clooney.
Por cada escena de acción decente, habitualmente divertidas gracias al montaje y al empleo de un gag más físico que literario (recuerda a lo esencialmente plástico del humor en Big Hero 6), se intercalan eternas discusiones sobre la posibilidad o no de salvar el mundo mediante la esperanza que ofrece una chica llamada Casey Newton (Britt Robertson). Para redondear, la utópica ciudad de Tomorrowland es el enésimo mundo del mañana pensado desde la pereza y el tópico: todos su habitantes son altos, llevan una vida saludable y visten a la moda y de colores claros. Parece que todos los escritores de ciencia ficción se han puesto de acuerdo para que nadie lleve jamás ropa negra o rastas en el futuro (a no ser que sea el villano de la película).
Tomorrowland parece estar pensada para ser emitida por las tardes en Disney Channel junto a otras como Aviones: equipo de rescate. Si no fuese por esos dos elementos ya mencionados, la dirección acertada y un actor principal capaz de resucitar cualquier cinta en la que se encuentre, no merecería la escapada al cine. Una pequeña decepción que se le perdona a Bird, pensando ya en la secuela de Los Increíbles y en la posible dirección de uno de los spin offs de Star Wars.
En una frase: seguro que sacan una atracción cojonuda en Disney World, pero la película no da para mucho.