[6’5/10] En el mundo hay dos lobos: uno oscuro que habla de desastres y desesperación, y otro luminoso que inspira optimismo y esperanza. Siempre hay que dar de comer al segundo. Esa es la moraleja de un cuento que el padre de Casey le cuenta a su hija desde la infancia, y ese el mensaje de “Tomorrowland: El mundo del mañana”, película producida por Disney, apadrinada por George Clooney y firmada por Brad Bird. Se trata de una cinta de ciencia-ficción, pero tendríamos que decir que ante todo es una película familiar de fantasía y entretenimiento sano. Por todos sus poros respira el espíritu Disney, y su narrativa y factura traslucen las maneras de Pixar, a la vez que la aventura está asegurada con un Clooney que sabe no quitar protagonismo a las dos jóvenes actrices que se convertirán en heroínas que sueñan con salvar al mundo.
La película va sobre eso, sobre la necesidad de soñadores en un mundo que genera y se obsesiona con guerras, injusticias y desastres, de personas que se esfuercen por construir sobre lo positivo y no se conformen con destruir lo negativo, con gente que no se rinde cuando la empresa resulta ardua y difícil. Esos son los mensajes y las cualidades de Casey, una adolescente inteligente que cree y se implica para que su entorno sea mejor, que verá cómo uno o dos hombres maduros sucumbieron al desencanto para olvidarse del mundo o crear otro más bien virtual y falso, que se empeñará en llevar a la práctica esa fábula de dar de comer al lobo bueno. Todo un discurso entre la nostalgia de una época dorada y el temor de otra negra, donde el director evita el tono apocalíptico aunque muestre algún retazo y donde busca la esperanza en la capacidad de la persona para revertir la situación.
Es una historia que viaja al futuro y también al pasado, jugando con las dimensiones del espacio y con una tecnología que conduce a un futuro incierto. La imaginación y el despliegue visual son poderosos, y las interpretaciones de Clooney, Britt Robertson, Hugh Laurie o Raffey Cassidy siempre están al servicio de la historia, lo que es de agradecer. En la narración hay reiteración y una explicitud innecesaria de las ideas que se pretenden transmitir, pero esto es Hollywood y son esquemas a los que no se quiere renunciar, e incluso un final tan patente como emotivo que a alguno puede no gustarle (sin duda, lo mejor, es el comienzo). A su lado, la esperanza como una cualidad que es mejor que el conocimiento del futuro, la ilusión de un mundo donde caben todos -la primera visita al mañana llega con un vestuario variopinto o una convivencia interracial-, los robots vuelven a tener más humanidad que algunos humanos, y la realidad es algo distinta a lo que a veces se nos muestra de manera agorera -en clara alusión a los noticiarios, por ejemplo-.
En definitiva, una historia positiva y esperanzadora, para grandes y menos grandes, algo esquemática y simple en sus mensajes -abundan los tópicos-, pero entretenida y amena y que gustará a un espectador que quiera dejase llevar. La película tiene la amabilidad y dulzura del Disney más familiar, la narrativa ágil y dinámica de Pixar, y la espectacularidad de una tecnología que da brillantez a la historia -asombrosa es la escena de la Torre Eiffel-. Y todo para pasar un rato agradable e incluso divertido, para que nos decidamos a creer que todo es posible y a dar de comer al lobo bueno.
Calificación: 6’5/10
En las imágenes: Fotogramas de la película “Tomorrowland” © 2015 Walt Disney Pictures. Todos los derechos reservados.
Publicado el 30 mayo, 2015 | Categoría: 7/10, Año 2015, Aventuras, Ciencia-ficción, Críticas, Hollywood
Etiquetas: adolescencia, Brad Bird, Britt Robertson, existencia, familia, George Clooney, Hugh Laurie, Raffey Cassidy, Tomorrowland: El mundo del mañana