Toño Azpilicueta soñó con un Perú unido por la Música Criolla

Publicado el 11 septiembre 2024 por Johnny Zuri @johnnyzuri

Toño Azpilicueta: El hombre que soñó con un Perú unido por la Música Criolla

Su Sueño fue Unificar Perú a través de la Música Criolla.

La Pasión Que Transforma

Toño Azpilcueta era un hombre común con una vida ordinaria. Trabajaba en una escuela y tenía una familia, pero su corazón palpitaba al ritmo de la música criolla. Desde joven, investigaba este género que define la cultura peruana. Un día, una llamada lo sacó de su rutina diaria: una invitación para escuchar a un enigmático guitarrista, Lalo Molfino, que confirmaría sus intuiciones sobre la profundidad del amor que sentía por los valses y marineras peruanos. Como diría Bob Dylan, “La música puede cambiar el mundo porque puede cambiar a las personas.”

Le dedico mi silencio, de Mario Vargas Llosa. 

 Un Elemento Transformador en una Sociedad Dividida

Azpilicueta no solo veía la música criolla como una muestra de la diversidad cultural peruana, sino también como un potencial catalizador de cambio social. “El poder de la música para mover a la gente se ha subestimado”, pensaba. En un país marcado por la violencia de Sendero Luminoso, creía que la música podría romper las barreras raciales y unir al país en “un abrazo fraterno y mestizo.”

LA NUEVA NOVELA DEL PREMIO NOBEL DE LITERATURA MARIO VARGAS LLOSA

Entre la Ficción y la Utopía

Este hombre ordinario decidió entonces embarcarse en una aventura extraordinaria. Viajó al lugar de origen de Molfino, investigó su vida y, motivado por este talentoso guitarrista, se propuso escribir un libro que uniera a todo el Perú. El proyecto de Azpilcueta combinaba magistralmente la ficción con el ensayo, pues lo que perseguía no era solo narrar una historia, sino también plantear una utopía: la posibilidad de forjar una nación unida a través del arte.

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“Las utopías son necesarias; pero no para que se realicen, sino para que se pueda caminar”, decía Eduardo Galeano. Y en este sentido, Azpilcueta encontró en la música criolla su propia utopía, un sueño por el que valía la pena luchar.

Mario Vargas Llosa plantea en su novela “Le dedico mi silencio” cómo un hombre apasionado por la música criolla sueña con unir a un Perú dividido por la violencia, en plena época de Sendero Luminoso.

La novela tiene como protagonista a Toño Azpilcueta, un estudioso obsesionado con la música criolla, quien cree que este género podría ser un puente para unir un país roto por las tensiones sociales y políticas. Su fascinación por un misterioso guitarrista llamado Lalo Molfino lo lleva a escribir un libro con la esperanza de que la música criolla se convierta en la cura para los males de la nación. Vargas Llosa ambienta esta reflexión en los años 80, cuando Perú vivía bajo la sombra de Sendero Luminoso, y en un tiempo marcado también por la derrota electoral de Vargas Llosa ante Fujimori.

“Le dedico mi silencio” es un canto de amor a la cultura popular peruana, donde la música criolla no solo es una representación de la diversidad del país, sino una herramienta para trascender las barreras raciales y construir un futuro mejor. La novela también parece ser la despedida de Vargas Llosa de la ficción, donde reivindica que las historias y la música pueden ser fuerzas transformadoras en un contexto histórico tan convulso.

¿Cómo es posible que un género musical pueda unir a una nación tan fragmentada?
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La crítica ha reconocido el valor de esta historia, señalando que refleja una visión tanto “compleja como apasionada” de la literatura contemporánea. Sin duda, un relato que invita a cada uno a buscar su propia utopía, porque como dijo Oscar Wilde, “un mapa del mundo que no incluye la utopía no es digno de mirarse.”

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La música como fuerza unificadora es un concepto que ha sido explorado por muchos, pero en las manos de Toño Azpilcueta, se convierte en un proyecto de vida.