He caminado por las calles de Londres durante los últimos treinta años, y encuentro algo nuevo cada día.
Walter BesantLa semana pasada rondé por Londres. Rondé seis días, para ser más exactos. Y puedo asegurar a cualquiera que me lea que es muy poco tiempo para descubrir una ciudad tan enorme… en todos los sentidos. Ante todo debo decir que escribo rápido para que no me ocurra como cuando quise explicar cuatro tonterías de mi viaje anterior, a Roma, donde no tenía mayor aspiración que vomitar cuatro experiencias manidas por el blog; llegó el punto en el que pensé tanto en el enfoque que olvidé lo qué quería decir. Así, a medianoche del miércoles 16 de julio,mientras el avión daba vueltas alrededor de Barcelona esperando que se le otorgase permiso para el aterrizaje, me planteé que, quizá, una buena forma de rememorar y ayudar a quien aparezca para leer estas líneas, sería ofrecer unos consejos fruto de la experiencia. Unos consejos que seguro que son subjetivos, parciales y, a menudo, estúpidos, pero que pueden ayudar a cualquiera (incluso a mí) a volver a una de las ciudades más emblématicas, hermosas e históricas de la Europa Occidental.
Viajar a Londres es…
1. Llevar el paraguas
Tuvimos mala suerte en este sentido, o muy buen ojo —depende de cómo se mire—, porque cogimos dos o tres días de fuertes lluvias (aunque poco constantes). Los londinenses con los que lo comentamos nos dijeron que, en invierno, la lluvia es un calabobos y, en verano, es más fuerte y breve (estilo chaparrón). Si te molesta mojarte, recuerda comprarte un paraguas.
Hoja de ruta, mapa, guía de conversación, adaptador de corriente y pijadas varias.
2. Sorry?
O hablas muy bien inglés, o hay cosas que no entenderás ni de coña. Nosotros tuvimos la suerte de que una de las personas nos solía hacer de intérprete; no obstante, que no te dé vergüenza preguntar por segunda o tercera vez. Un “sorry?” a tiempo evita muchos dolores de cabeza, platos que no querías comer e imagino que incluso alguna discusión que no deseabas tener. Si lo chapurreas y poco más, más de lo mismo, algo aprenderás, ¿o no?
3. Un mapa
Londres una ciudad ENORME. Con todas las letras, y aunque, por regla general, solo saldremos de zona 1 para visitar el mercado de Candem… Bueno, sigue siendo enorme. Gástate 2-3 libras en un mapa, que seguro que lo amortizas. En este sentido yo suelo ser bastante aventurero y, aunque por los pocos días que íbamos (y el grupo heterogéneo que formábamos) no me planteé visitar zonas más periféricas… seguro que se pueden encontrar unas cuantas cosas de interés siempre que sepas a quién preguntar o dónde buscar.
4. Un adaptador de corriente
En lo de la electricidad también van al revés, aunque por una o dos libras puedes comprar un adaptador de dos clavijas (ellos los usan de tres). Es importante, aunque solo sea para cargar la cámara de fotos y el móvil.
5. Tira de autobús, no cojas un hotel en zona 3 o 4 y cómprate una Oyster Card
La mayoría de los aeropuertos están a una distancia notable de Londres. Un taxi de Stanstted a Londres cuesta… ¿150 libras? Las compañías Terravision e Easybus operan en la mayoría de aeropuertos como buses de línea; además, si puedes compra antes y, aunque Easybus es algo más barato, recomiendo Terravision, ya que tienen autocares y no furgonetas grandes.
A su vez, el problema del hotel está muy relacionado con el tiempo que necesitarás para desplazarte a las zonas que vas a visitar. Si vas a perder dos horas de ida y dos horas de vuelta hasta el centro, ¿vale la pena? Además, cuantas más zonas te alejes del centro, más caro es el transporte en metro también.
¡Ojo! Los hoteles londinenses de menos de tres estrellas no tienen baño en la habitación, sino por planta.
Por otra parte, el metro es verdaderamente caro (4,70 libras por un billete sencillo en zona 1) y vale la pena intentar ir andando a los sitios; sin embargo, en una ciudad tan grande hay que buscar otras alternativas. Ahí entra entra en juego la Oyster Card (una tarjeta recargable) que permite coger el transporte público en hora punta (6:30 a 9:00 y 16:00 a 19:00 si no recuerdo mal) por la mitad de su precio original.
Respecto a los taxis, a mí me hacía gracia coger uno y… vale la pena si sois 3 o 4 para algunas cosas, pero el tráfico es infernal, así que mejor underground que buses o taxis (estos últimos, por precio, principalmente).
6. ¿Qué visitar?
Cada uno tendrás sus prioridades, claro. Pero la colección de pintura de la National Gallery es fantástica. Acoge obras de los siglos XIII a inicios del XX y puedes dedicar un día entero para verla con calma. A su vez, el British Museum recoge todo tipo de arte, muy al estilo de los Museos Vaticanos de Roma y cabe destacar que con una intención didáctica bastante más pronunciada.
Con respecto a otras zonas de la ciudad, yo recomendaría dedicar varias horas a ver los principales parques y jardines, que son verdaderos espacios de uso público para el ciudadano (algo que enamora, realmente), los cuales suponen pequeños bosques dentro de Londres y demuestran que la concepción de lo público de los ingleses difiere de la que suele tenerse en el sur de Europa (no obstante, parece que no la aplican demasiado cuando vienen de visita por zonas de playa como Lloret de Mar, Magalluf, s’Arenal, etc.).
Una silla hecha con armas.
7. Zonas típicas
De lo más típico, yo me decanto por la Torre de Londres, el Big Ben, Trafalgar Square, Picaddily Circus y el London Eye. Aunque debo decir que, a mi gusto, debería reservarse un buen rato para pasear junto al Támesis.
8. Zonas (un poco) menos típicas
Aunque son bastantes conocidas, las zonas del Soho y Chinatown me parecen de lo más indicativo de la ciudad. Espacios donde se mezclan culturas, estilos de vida e idiosincrasias. Además, me parece que no hay muchas ciudades en Europa que cuenten con una “pequeña” ciudad en su interior. Para mí, visita obligada, y cerca de Green Park, donde podemos pasar la tarde antes de cenar.
De igual modo, Portobello Market y Notting Hill son lugares a las que acercarse un sábado, con antigüedades de dos y tres siglos de vida que venden en los diferentes puestos y donde pude oír decenas de idiomas de turistas como nosotros. Todo muy civilizado, con muchas sonrisas, pero con pocos gritos y molestias.
9. Centros religiosos
Pese a que no es algo que me llamase tanto la atención como en otras ciudades, y aunque no pude entrar a ninguno de los dos —a uno de ellos, me negué por el precio— la abadía de Westminster y la Southwark Cathedral son dos edificios de una belleza excepcional, tanto por fuera como por dentro (lo poco que pude ver).
10. Y, por supuesto, Londres también son espinas
No pude visitar ni el Observatorio ni el meridiano de Greenwich —el plan era bajar por el Támesis hacia allí— y tampoco ver el mercado de Candem. Me hubiese gustado más lo segundo que lo primero, y estaba así en mi lista de prioridades; no obstante como decía antes… Es muy, muy grande, y no faltaron pintas, risas, caras de asombro ni anécdotas para explicar. Personalmente, me quedo con la de un señor envuelto en mallas negras de la cabeza a los pies, lanzando un balón de fútbol a la gente que paseaba por Paddington… Pero esa es otra historia.
Enjoy!