Tony Arzenta (Alain Delon) es un asesino al servicio de una potente organización criminal, con ramificaciones en Milán, Paris, Hamburgo y Copenhague. Cansado de su oficio, decide dejarlo. Puesto que sabe muchas cosas, sus jefes quieren eliminarlo, poniendo una bomba en su automóvil. Sin embargo, en la explosión mueren su mujer y su hijo. Enfurecido, Tony iniciará una imparable venganza contra aquellos en los que alguna vez confió.
Durante gran parte de los años sesenta y setenta, era común ver que las coproducciones francoitalianas pertenecientes al género policiaco tendían a orientarse más hacia el llamado género polar (también conocido como el cine negro francés) que al poliziesco. El polar se consolida en Francia durante los años cincuenta y sesenta, de la mano de directores como Henri-Georges Clouzot, Jacques Deray, y Jean Pierre Melville, quienes por lo general utilizaban a actores de la talla de Jean Gabin, Jean Paul Belmondo, Lino Ventura, o el mismísimo Alain Delon, quien probablemente protagonizó algunas de las cintas más recordadas del género. A diferencia de su homólogo norteamericano, el polar suele presentar personajes de trazos ambiguos, sin que exista una separación definida entre los “buenos” y los “malos”, característica que por lo general se mantiene durante todo el transcurso del relato. Además existe una densa descripción de los ambientes donde se desarrollan las historias, donde nada es lo que parece, lo que va acompañado de una descripción detallada de las motivaciones de los protagonistas de turno.
En el caso particular de “Tony Arzenta”, la historia se balancea de manera bastante equitativa entre el polar y el poliziesco. Esto tal vez se deba al hecho de que el director Duccio Tessari, quien durante su carrera abarcó cuanto género cinematográfico le fue posible, desde el Spaghetti Western hasta el giallo, en ningún momento esconde su admiración por el trabajo de Jean Pierre Melville, en particular por lo realizado por el francés en la cinta “Le Samouraï” (1967), la cual también fue protagonizada por Delon. Con respecto a esto, es correcto mencionar que pese a que Alain Delon en más de una ocasión interpretó el papel del típico asesino a sueldo solitario y meticuloso, gracias a su talento evitó ser encasillado en este tipo de papeles, los que sin duda lo convirtieron en una figura icónica del cine francés. Al igual que el Jef Costello de “Le Samouraï”, Tony Arzenta es un asesino profesional que se rige por un inquebrantable código de honor, y que se ve obligado por las circunstancias a acabar con aquellos que han puesto su vida de cabeza, cumpliendo con lo que parece ser su trágico destino.
La película desde el inicio establece la doble vida de Arzenta. La cinta abre con una secuencia en la cual podemos ver al protagonista compartiendo con su familia durante el cumpleaños de su pequeño hijo, la cual está exenta de diálogo encontrándose acompañada solo por una música más bien melancólica. Acto seguido, Arzenta abandona su hogar para cometer lo que él piensa que va a ser el último asesinato de su carrera criminal. Si bien Tony es un tipo incapaz de traicionar a sus antiguos empleadores, en especial a su jefe directo Nick Gusto (Richard Conte), de todas formas es considerado como una potencial amenaza para la organización criminal a la que pertenecía, razón por la cual deciden asesinarlo. Será una bomba colocada en su coche la que matará equivocadamente a su esposa e hijo, lo que desatará la ira implacable de Tony que no descansará hasta asesinar a los cuatro líderes de la poderosa organización criminal. Llama bastante la atención el hecho que los integrantes sicilianos de la mafia parecen tener un código de honor bastante rígido respecto al asesinato de inocentes, por lo que la muerte de los familiares de Arzenta tiene una doble implicación para ellos: no solo han quebrantado su código, sino que además han enfadado a quien fuese su mejor asesino.
Si bien Tessari se preocupa de profundizar en las repercusiones psicológicas que el protagonista debe enfrentar tras el asesinato de su familia (la sensación de culpabilidad, la angustia provocada por la repentina soledad, y la depresión que inevitablemente acompaña la pérdida de un ser querido), también se preocupa de integrar la brutalidad tan propia del poliziesco. La cinta incluye un par de escenas de acción cuidadosamente orquestadas, donde se destacan la de la emboscada en Copenhague, el brutal asesinato de uno de los jefes a bordo de un tren, y la persecución automovilística de rigor que sucede tras el funeral de la familia del protagonista. Además llama la atención la violencia a la que son sometidas prácticamente todas las mujeres que aparecen en el film. Si estas no son asesinadas, terminan siendo golpeadas hasta el hartazgo. En más de un sentido, las mujeres que participan en la historia son regidas por los deseos de los hombres que las rodean, quienes las utilizan como instrumentos de venganza, objetos de deseo, o como medios para un fin mayor. En ese sentido, el film no hace más que reflejar el machismo tan propio de este tipo de producciones, las cuales en su mayoría están pensadas netamente para un público masculino.
Las actuaciones en general son bastante correctas, destacándose la actuación de Alain Delon, quien construye con éxito a un personaje elegante y compasivo, el cual de un momento a otro se convierte en un asesino despiadado y calculador. El resto del elenco está conformado por varios intérpretes característicos del género, como lo son Richard Conte, Carla Gravina, Erika Blanc, y Loredana Nusciak, entre otros. Por otro lado, la banda sonora compuesta por Gianni Ferrio probablemente es el elemento que mejor representa la dualidad existente en el film. Por momentos la música de la película es bastante sentimental y melancólica, y expresa en gran medida las emociones que siente el protagonista (y que intenta reprimir) durante su búsqueda de venganza. En otras ocasiones, la música se acerca más a los parámetros del poliziesco, por lo que se convierte en el perfecto complemento de algunas de las escenas de acción de la cinta. También cabe destacar el trabajo de fotografía de Silvano Ippoliti, quien dota al relato de una atmósfera oscura y triste, al mismo tiempo que realiza una serie de composiciones de gran calidad artística.
Como había mencionado anteriormente, nos encontramos con una historia donde existe una serie de personajes ambiguos a ambos lados de la ley. De hecho, el único motivo por el cual la policía no arresta a Arzenta, es debido a que tienen la esperanza de que él haga el trabajo sucio que las autoridades no pueden realizar. De manera involuntaria, el protagonista termina convirtiéndose en el peón de una lucha de poderes más grande de la que él puede imaginar. “Tony Arzenta” es probablemente uno de los mejores euronoir realizados durante la década del setenta. Se trata de una película sin grandes ambiciones, cuya historia resulta ser lo suficientemente interesante como para atrapar al espectador durante todo el transcurso del film, lo que es apoyado por el trabajo de Tessari quien le imprime un ritmo narrativo más que adecuado al relato, y por un protagonista con el cual el espectador se logra identificar. Lamentablemente la cinta tiende a decaer un poco en su tramo final, sin que esto afecte mayormente el resultado del producto. En definitiva, “Tony Arzenta” es una cinta policiaca más que recomendable, la cual vale la pena revisar al menos en una ocasión.
por Fantomas.