Y se cumplieron los deseos de Fortuna Aguinaga, la madre de Javi Martínez. Le hacía especial ilusión que su hijo jugara en unos Juegos Olímpicos, y Luis Milla le llamó. Quería que su hijo jugara en un equipo de Champions League, y el Bayern de Múnich lo fichó. Le entristecía que Marcelo Bielsa colocara a su hijo de central porque no le veía disfrutar con el balón en los pies, y Jupp Heynckes le rescató para el mediocentro.
Fortu ha sido la negociadora en la sombra del fichaje de Javi Martínez por el Bayern de Múnich. El Athletic se cerraba en banda, el presidente Josu Urrutia no quería negociar con los alemanes, y Fortuna Aguinaga se presentó en el despacho presidencial de Ibaigane. Ante la atenta mirada de su marido, Víctor Martínez, y de los representantes del despacho Bahía Internacional, Fortu comenzó implacable su particular negociación. La mercancía, la felicidad de su hijo, colmar sus ambiciones y aspiraciones y seguir viendo crecer a su retoño en el mundo futbolístico de primer nivel.
Su acción llegó al prestigioso periódico alemán Bild que tituló: “¡Dejad a nuestro hijo ir al Bayern!”. Lo consiguió. Fortuna no levantó la voz. Con extraño semblante serio -ella siempre está sonriendo-, con rostro de preocupación, pidiendo más perdón que permiso, Fortu quiso hacer entrar en razón al Athletic. De negocios ella sabe un rato, porque tiene que vender muchos filetes en su modesta carnicería de Estella para ingresar 40 millones de euros, la cantidad que dejaba en Bilbao por seis años de servicios prestados.
Quizá muchos no sepan que no es la primera vez que Fortuna Aguinaga se presenta en el despacho de un presidente de Primera División para negociar por su hijo. El 1 de julio de 2006, en una última y desesperada intentona, Fortu se presentó en el despacho del por aquél entonces presidente de Osasuna, Patxi Izco. No quería que su hijo se fuera al Athletic y le pidió encarecidamente un “esfuerzo” al máximo mandatario rojillo para que se quedara con su hijo. Sólo quería que le aseguraran el salto a profesionales, que iba a tener minutos con la primera plantilla de Osasuna en la temporada que iba a comenzar. Nada más. Fortu no habla de dinero, sólo de sentimientos. Patxi Izco no pudo más que sonreír y asegurar que ya “no podía hacer nada”. Osasuna iba a percibir 6 millones por traspasar a un juvenil de 17 años, una operación a priori redonda, a posteiori desastrosa. Fortu, disgustada, salió de Pamplona camino de Ayegui. Al día siguiente el Athletic abonaba en la Liga la cláusula íntegra de Javi Martínez.
Fortu no quería ver a su hijo vestido de rojiblanco, porque no era la primera vez que uno de sus “pequeños” hacía el petate para irse a Lezama. Su hijo mayor, también futbolista, había pasado por las categorías inferiores del Athletic y había sido descartado sin ningún tipo de explicación. No lo pasó bien el mayor de los Martínez, que acabó encontrando acomodo en el Eibar, pero dejó una sensación de rencor en Ayegui que llevó al propio Javi, en una entrevista concedida a Diario de Navarra, a asegurar que no quería “oír nada del Athletic” y que “no me gustaría ir allí”. Tenía sus motivos: “A mi hermano le dieron la baja sin motivo, lo pasó muy mal y les guardo rencor”.
Fortu se lleva comisión, escuchar a su hijo feliz al otro lado del teléfono cada vez que acaba un partido. Y no dudará en volver a negociar si hace falta.