La morfología del topo ibérico está perfectamente adaptada a la vida subterránea, con un cuerpo cilíndrico cubierto por pelo negro, cola corta y extremidades idóneas para la excavación, en forma de pala y con fuertes uñas. Si miramos el rostro de cerca vemos otras adaptaciones, como los ojos muy reducidos y prácticamente ocultos bajo la piel y ausencia de orejas, los oídos se encuentran cubiertos por pelo.
La base de su alimentación son las lombrices de tierra que caza en el interior de sus galerías, sus larvas, babosas, materia vegetal, etc. El periodo de reproducción se inicia prácticamente en diciembre o enero y puede ocupar buena parte del año, ya que el cuidado de las crías duraría desde mayo, cuando dan a luz las hembras, hasta julio o agosto, cuando los jóvenes se independizan. Es en esta época cuando son más vulnerables, ya que necesariamente deben salir de la madriguera para iniciar una nueva vida.