Los padres llegaban al nido ignorándonos, a pesar de que estábamos a menos de un metro de distancia; eso si no vayan a pedirme fotos mientras alimentaban a sus pichones porque no los molesté para nada con la cámara para no alterar dicho momento importante de la crianza.
Uno de los padres fotografiado a través de la ventana de una de las habitaciones.