Todavía quedan esperanzas. Hay un lugar, allá en una isla del norte, donde la ciencia ficción sigue siendo un terreno en el cual queda mucho por decir. Donde los personajes no vienen predeterminados, las historias se prestan al juego de mentes creativas sin vicios. En fin, en Inglaterra siempre hay más para mostrar de su particular visión de la ciencia ficción.
Si en reseñas anteriores hablábamos de un bajón bastante generalizado en la TV estadounidense en lo que se refiere al género, afortunadamente llegan los británicos a poner el contrapunto. La última temporada de Torchwood es, de todos modos se debe remarcar, una co producción. El Capitán Jack y lo que queda de su grupo británico de investigaciones paranormales llegan a EEUU y suman al elenco a nuevos personajes, explosiones con el sello de barras y estrellas y, lo que es mejor, sobrevive como una gran serie que no se traiciona.
Recordemos, antes que nada, que Torchwood es un spin off de la maravillosa Doctor Who, algo así como la madre de las series, que desde 1963 y con algunas interrupciones viene haciendo vanguardia en el género desde una visión a veces cómica pero no por ello menos profunda e innovadora. Torchwood comenzó en 2006 como un sub producto con sello propio y tuvo dos primeras temporadas cambiantes, con bajones pronunciados y un resurgir en su tercera mini temporada que dejó a todos sin aliento.
En este regreso para la cuarta ronda, Torchwood presentó una historia distribuida en diez capítulos donde se trazó un nuevo concepto en lo que puede hacerse con esta idea original de Russel T. Davies.
Miracle Day es, ante todo, una temporada inteligente. Pensada como un juego de estrategia donde el primer round es un episodio que cautiva hasta al más escéptico. El planteo, como todo lo que tiene una buena dosis de especulación, engancha: un buen día, en la Tierra nadie muere. Y esto queda maravillosamente planteado en una secuencia de ejecución a un preso, que se retuerce de dolor pero no logra que el veneno inyectado termine con sus días. De pronto la muerte se pausa y quienes estaban condenados siguen con vida, así sea bajo terribles sufrimientos físicos o con una confusa mochila que mezcla destino y condena.
Encontramos entonces una historia dividida entre Estados Unidos, adonde se trasladan Jack y Gwen para investigar el fenómeno, y Gran Bretaña, donde se encuentra la familia de la protagonista en una investigación paralela y que a veces cobra hasta más importancia.
El modo de ir presentando los elementos y planteando las preguntas es sin dudas una de las patas fuertes de una historia que da para mucho juego y que por fortuna John Shiban, Doris Egan, Jane Espenson y John Fay resuelven con muy buenos resultados codo a codo con Davies.
No se puede decir mucho más del argumento sin adelantar detalles importantes de la trama, pero cabe destacar sus mayores virtudes. La historia prometedora es acompañada de un buen guión. Sólido y que no traiciona sus raíces, que juega continuamente en varios escenarios sin desatender ninguno por completo pero dándole enfoques alternados en cada capítulo. Es así como en cierto momento la historia de Oswald Danes se pone en el centro de la escena mientras que en otros episodios se aportan interesantes datos sobre la conspiración global alrededor del “Milagro” de la no-muerte. Incluso los momentos en que se desarrolla con más fuerza la historia personal y el pasado del capitán Jack, la pequeña historia dentro de la historia está también muy bien trabajada. Y, como si eso fuera poco, sólo decir que Argentina dice presente y de una forma sumamente llamativa.
Cabe destacar algo que hace de Torchwood una historia que finalmente maduró (cosa que, en mi opinión, no pasaba en las dos primeras temporadas). La serie plantea tramas realmente injustas, descarnadas a veces. Pone en el centro debates fuertemente morales y no se queda con la solución políticamente correcta. Quizás en Miracle Day esto no se sitúe tan en el centro como en su predecesora, la magnífica Children of Earth, pero tiene esos momentos de planteo ético de los personajes que la hacen respetable incluso desde lo ideológico. Torchwood se sitúa en un mundo oscuro, injusto, pragmático pero ante todo muy real. No es necesariamente una serie deprimente, pero sí frontal y que va al cruce no desde una declamación falsamente polémica, sino desde la posibilidad de plantear un dilema y dar varias respuestas que seguramente aparecerían si su trama fuera real.
Un punto a tener muy en cuenta que esta temporada comparte con la anterior, es no comprar ningún punto de vista, no decir solpadamente que “así se debe reaccionar” ante el dilema que plantea la trama. Lejos de eso, sus personajes son más humanos que muchos otros y toman decisiones que de entrada saben que son injustas, pero tienen cosas más importantes en las que pensar que en los códigos morales. Es ahí donde Torchwood le saca varios cuerpos a otras series actuales del género y de cualquier temática. Es un programa honesto, incómodo a veces, pero que siempre deja la impresión de no haberse guardado nada en pos de un espectador que no debe ser incomodado.
Título original: Torchwood. Miracle Day
País: UK/Estados Unidos
Año de emisión: 2011
Cadena: BBC One
Creador: Russel T. Davies
Temporada 4
Cantidad de episodios: 10