Estamos acostumbrados a contar historias de grandes jugadores, de estrellas rutilantes que, en mayor o menor medida, todos los aficionados conocemos. Pero a veces se nos olvida que el fútbol no solo son los grandes campos y las estrellas megamultimillonarias. Hoy queremos contar como el comercial de una empresa de maderas de una pequeña isla a maedio camino entre Escocia e Islandia se convirtió en el héroe de toda una nación. Hoy vamos a conocer a Torkil Nielsen, el polifacético héroe del fútbol de las Islas Feroe.
Haciendo un juego de palabras con el significado que la palabra "Feroe" (corderos) tiene en su propio idioma, este equipo suele ser tomado como una manada de corderos que van directos al matadero ante casi cualquier rival. Se trata de una de esas selecciones que algunos quieren dejar fuera de las fases de clasificación para Eurocopas y Mundiales con el argumento de que nunca conseguirán alcanzar una gran competición. Pero para sus menos de 50.000 habitantes el fútbol es uno de sus principales entreteniemientos.
Y en la pequeña medida de sus posibilidades, lo que ocurrió el 12 de Septiembre de 1990 fue casi tan importante como para nosotros aquella final del Mundial del 2010, y por lo tanto, el amigo Torkil Nielsen sería algo así como nuestro Andrés Iniesta.
La selección de fútbol de las Islas Feroe fue admitida por FIFA en el año 1988, cuando empezó a jugar partidos amistosos. En 1990 fue admitida por UEFA e incluida en la fase de clasificación para la Eurocopa que se disputó en Suecia en 1992. El primer encuentro que disputaron, ante Canadá, finalizó con victoria de nuestros protagonistas por 1-0 ¿Adivinan quién fue el autor de ese gol? Efectivamente, este mediocampista polivalente, Torkil Nielsen.
Pero el éxtasis de los feroenses llegó en ese primer partido oficial en el camino de la Euro 92. Insertos en un grupo con Austria, Irlanda del Norte, Yugoslavia y Dinamarca, tuvo que disputar los partidos como local fuera de su país al no tener estadios admitidos por UEFA. Como muchos recordarán, ese grupo de clasificación tiene interés histórico ya que, pese a que la clasificación fue lograda por Yugoslavia, el bloqueo internacional por la guerra en la que se sumió hizo que a última hora acudiera Dinamarca a la cita y se alzara contra todo pronóstico con el título.
Faltaba media hora para el final cuando nuestro querido Nielsen robó un balón a la defensa austriaca y, sin dudarlo, arrancó hacía la portería rival, aguantó la entrada de un central y cruzó raso con la zurda ante la salida del portero. Torkil Nielsen, al frente de un grupo de futbolistas amateurs como él, adelantaba a las Feroe en su primer partido oficial. Con la inestimable ayuda del portero Knudsen (quien jugaba con un poco glamouroso gorrito de lana y aparece junto a nuestro héroe en la foto que encabeza este artículo), se llegaba al final con ese resultado, despertando la euforia de todo un (pequeñísimo) país. De acuerdo que tardaría casi cinco años en volver a ganar un partido internacional, pero aquel día se codearon con los grandes.
Torkil Nielsen alcanzó 18 partidos con su selección y no volvería a marcar (¿para qué? lo suyo eran los goles históricos), pero no por ello dejó de ser una referencia en el deporte de su país. Una vez colgadas las botas, Torkil Nielsen despuntó como ajedrecista profesional, siendo también uno de los mejores de la historia de su país. Además, creo escuela, ya que sus dos hijos también han sido futbolistas en equipos de las Feroe y se han dedicado al ajedrez con notable éxito.
Quede aquí nuestro recuerdo para la figura de Nielsen, todo un personaje, una estrella en un pequeño lugar al norte de Europa, pero una estrella al fin y al cabo incluso protagonista de películas documentales. Porque no todo en el fútbol son los grandes cracks.
Islas FeroeTorkil Nielsen