Toro
Año:
2016
Fecha de estreno:
22 de Abril de 2016
País:
España
Director:
Kike Maíllo
Reparto:
Mario Casas, Luis Tosar, José Sacristán, Ingrid García Jonsson, Claudia Vega, José Manuel Poga
Distribuidora:
Universal
Los españoles somos muy peculiares. En nuestro cine. En nuestras tradiciones. En nuestra forma de mirar al pasado o negarle la mirada según el tema y el momento. Cada uno combina los factores a su manera, dando lugar a una sociedad heterogénea. Lo cual favorece a una cinematografía que se enriquece con cada nueva mirada que se incorpora a ella para aportarle algo diferente. Kike Maíllo demostró con su ópera prima que un género tan marginado en nuestro país como la ciencia ficción podía alcanzar la excelencia, compensando la escasez de medios con la originalidad y el cuidado de la forma. Eva fue una imponente carta de presentación, que invitaba a prestar atención a este joven realizador formado en la ESCAC. Por lo tanto, su incursión en el thriller y la acción, que frecuentemente ponen por delante el artificio sin contenido, generaba cierta inquietud por ver si se decantaba por la autopista del efectismo vacío o por el más obstaculizado sendero del esmero narrativo. Afortunadamente, su Toro emprende una aventura salvaje por el camino más arduo, sin perder la atracción propia de la acción -aunque a veces se note la falta de experiencia en la materia o la falta de recursos- ni la tensión del thriller, embalsamados con una considerable dosis de costumbrismo español.
Maíllo despliega su talento para conseguir algo realmente complicado en una cinta de acción, que los personajes no se queden en mero cascarón, ya que cualquier acción poco verosímil les sustraería el dote de humanidad en un instante. El realizador logra que el guión de Rafael Cobos y Fernando Navarro, en el que los personajes y su carácter son los verdaderos protagonistas. No se cae tanto en el frenesí desorientado sino en una composición de emociones, donde la familia y los vínculos sentimentales guían el camino. Esto no significa que deje de tener sus persecuciones y escenas de pelea abundantes. Cuando hay coches de por medio se palpa significativamente que no se cuenta con abundantes recursos, ya que esas partes se perciben como algo más desestructuradas, aunque el montaje consiga que el ritmo no decaiga. En cuanto a las escenas más físicas, los enfrentamientos cuerpo a cuerpo son convincentes sin llegar a un nivel de realismo extremo, pero están bien logrados desde la focalización hasta el creíble trabajo de actores y especialistas.
En ese sentido hay que elogiar el trabajo del protagonista. Mario Casas se transforma en este indomable personaje, que entiende que no puede reprimir su carácter. Tiene que vivir tal cómo es, como indican sus tatuajes. Dentro de ese mundo en el que se ve obligado a liberar su rabia, Casas se desenvuelve perfectamente, ofreciendo todos los matices necesarios para ponernos del lado de su Toro. En Grupo 7 ya dejó claro que vale para esto de ser actor, y en Toro da rienda suelta a su rabia para encarnar a un personaje muy físico y exigente, que no es de los que sirven para añadir premios a las vitrinas, pero sí para cargar con el peso de una película. Su hermano ficticio, Luis Tosar, poco tiene que demostrar ya. Su López es la cobardía que contrasta con la bravura de Toro, una cobardía unida a la codicia que no puede tener buenas consecuencias. Pero no deja de ser su familia. Y como ya vimos en Eva, ese es uno de los pilares del cine de Maíllo. Para finalizar con esa Santísima Trinidad protagonista hay que hablar de José Sacristán, que interpreta al imponente Romano. El don de las cuerdas vocales de Sacristán otorga vida a su personaje, que tiene rasgos prestados de Assassin’s Creed y de las tradiciones religiosas más arraigadas, por lo que se trata de una mezcla muy violenta, teniendo cuenta esas dos fuentes de inspiración no podía ser de otra manera.
El folklore y las creencias fanáticas juegan un papel destacado en la historia, determinando la personalidad de Romano y el desenlace. Un tercer acto que bebe de la conquista vertical de The Raid y de la paleta cromática inundada de neones de Solo Dios perdona, encumbrados por el celestial órgano de la banda sonora que convierte el final en un enfrentamiento litúrgico entre una figura prácticamente divina y el héroe humano que, impulsado por su voluntad, trata de invadir el Olimpo para derrotar a la deidad que rige un mundo corrupto. El subtexto de crítica al momento social actual está latente, lo cual enriquece una propuesta que no funciona solo como entretenimiento pasajero, sino que te introduce en la aventura de Toro y en su lucha vital, contra su predispuesta condición y contra las injusticias que le llevan al límite. Torono deja de ser una película de acción que no va a ahondar en cuestiones más profundas como las que planteaba Eva, pero cumple con creces a la hora de hacerse fuerte con las peculiaridades y atraparnos con sus potentes personajes.
7/10