Torpedos humanos italianos frente a la royal navy en el puerto de alejandría.

Por Historiayromaantigua

La Segunda Guerra Mundial es una fuente inagotable de historias curiosas, en este caso caso vamos a relatar una que recuerda a la lucha entre David y Goliat. Un suceso en el que  unos comandos italianos a bordo de unos sorprendentes torpedos tripulados van a poner en jaque a la poderosa Marina Real Británica en el Mediterráneo.

Un buzo italiano escapa tras conseguir volar un barco de la Royal Navy

Estamos a finales de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial. Italia, alineada con las Potencias del Eje, ocupaba Libia y Abisinia, mientras que Reino Unido dominaba militarmente Egipto. Ambos bandos competían duramente por el dominio del Norte de África y por la supremacía en el Mediterráneo. En tierra las fuerzas combinadas de la Italia de Mussolini junto a los alemanes del Afrika Korps del general Erwin Rommel luchaban encarnizadamente contra las tropas británicas. El principal problema con el que se encontraban italianos y alemanes era la falta de suministros derivada del dominio británico del mar. La Royal Navy desde sus bases en Malta y Gibraltar dominaban la navegación mediterránea e impedían el normal abastecimiento de alemanes e italianos. En 1940 habían atacado en Tarento a la flota italiana que había perdido un acorazado y había visto seriamente dañado otros dos. Los italianos, a pesar del rearme de su flota tras la llegada al poder de Mussolini,  ni siquiera contaban con un portaviones y se habían visto obligados a adoptar una táctica defensiva manteniendo a sus buques en puerto, con el fin de tenerlos a salvo de la superioridad del enemigo en combate. Para las potencias del Eje era importante mantener el control del Norte de África para prevenir una posible invasión de Italia que será lo que acabe pasando.

Campañas africanas 1941/1942


Las maneras que tenía la Regia Marina de contrarrestar la ventaja de la Royal Navy no eran muchas aunque tenían en su historia reciente ejemplos en los que inspirarse. Durante la Primera Guerra Mundial, usando por sorpresa lanchas rápidas y mediante acciones de comando habían conseguido hundir varios acorazados austrohúngaros mientras estaban en puerto. El plan de los italianos era sencillo pero tenía posibilidades de éxito: tratarían de dejar fuera de combate el mayor número de barcos del Reino Unido mientras estos estuvieran en puerto. Era un momento perfecto porque en noviembre de 1941 un submarino alemán había conseguido hundir el acorazado HMS Barham cerca de las costas de Creta. Algunos de los buques más importantes de la flota británica como el Valiant o el Queen Elizabeth estaban además en el puerto egipcio de Alejandría. Si conseguían su objetivo, la flota italiana tendría una seria posibilidad de acabar plantar cara con garantías de éxito a la Royal Navy en el Mediterráneo.

Mapa de la acción contra el puerto de Alejandría en 1941( Bellumartis)

Los encargados de afrontar tan arriesgada misión serán los integrantes de la Décima Flotilla Ligera conocida también como la Décima Mas. Se seleccionaron a seis buzos voluntarios. Debían ser solteros y dejar testamento antes de iniciar una misión en la que tenían muchas posibilidades de perder la vida. El instrumento para conseguirlo eran los SLS más conocidos como "maiali" que significa "carne de cerdo", tal vez llamados así por sus formas redondeadas. Eran básicamente torpedos tripulados, modificados con la incorporación de un motor eléctrico y acondicionados para transportar a dos buzos cada uno. La cabeza del torpedo era la ojiva, que se podía desprender para colocarla en el casco elegido como objetivo. Para conseguirlo debían superar las redes metálicas que protegían la entrada a los puertos y la vigilancia en superficie de la Royal Navy. Una vez colocado el explosivo, el buzo que disponía de un sistema de retardo podía escapar de nuevo hacia el submarino nodriza que previamente les había acercado todo lo posible al objetivo. Los SLS tenían 6 metros de largo, unos 300 kilos de explosivos y unos 15 kilómetros de capacidad operativa.

Dos buzos italianos a bordo de un SLS cortan la red metálica que protege el puerto para entrar en la rada.

El submarino Sirah dejó a los buzos a una distancia cercana a su objetivo en Alejandría. Pero el puerto  estaba protegido por redes metálicas y posiblemente explosivos, por lo que los seis buzos italianos debieron esperar una oportunidad para penetrar en el interior. Un golpe de suerte se lo permitió, porque mientras decidían que hacer las redes se abrieron para permitir el paso de tres grandes buques de la Royal Navy. Los buzos italianos no lo dudaron y sumergidos a bordo de sus SLS entraron en las aguas del puerto. Una vez dentro se separaron en busca de los objetivos que cada pareja se le habían marcado. El líder del grupo: Luigi Durand de La Penne y su compañero Bianci buscaron el casco del Valiant y se sumergieron en busca del mejor lugar para colocar el explosivo. La pareja debió enfrentarse a varios problemas. Bianci se quedó sin oxigeno y se vio obligado a subir a la superficie medio asfixiado. Para colmo de males a su SLS se le averió el motor y cayó al fondo marino. De La Penne se vio obligado a arrastrar como pudo la ojiva explosiva hasta colocarla a 1.5 metros debajo del casco. Ya sin fuerzas subió a la superficie donde encontró a su compañero Bianci agarrado a una boya seminconsciente. Allí fueron descubiertos por los vigilantes del puerto y arrestados llevándolos paradójicamente como prisioneros al barco que pretendían volar.

Los seis buzos italianos: Luigi Durand de la Penne, Emilio Bianchi, Antonio Marceglia, Spartaco Schergat, Vincenzo Martellotta y Mario Marino(De izquierda a derecha y de arriba a abajo) Wikimedia commons


Las explosiones estaban sincronizadas: el Vailant debía explosionar a las 5:55 de la mañana; el Queen Elizabeth  a las 6:05 y el petrolero a las 6:15. Diez minutos antes de la primera explosión De La Penne, que no deseaba muertes innecesarias, la suya y la de su compañero incluidas, informó al capitán del Vaillant, Chales Morgan de la inminente explosión de su barco y de la necesidad de evacuarlo, pero ante la negativa del italiano a decir exactamente donde se había colocado la carga explosiva los dejó prisioneros en la sala de máquinas. Gracias a un golpe de suerte, los italianos sobrevivieron a la explosión del Valiant, logrando ser puestos a salvo con algunas heridas, fuera del barco. Tal y como estaba planeado los otros dos barcos estallaron a la hora planeada.

Los tres grandes buques habían sufrido graves daños. La poca profundidad del puerto favorecerá su recuperación.  El Valiant que se hundió, estará en dique seco cerca de seis meses; el Queen Elizabeth, escorado sobre un costado 17 meses, el acorazado Jervis que estaba repostando al lado del petrolero ya estaba operativo en enero. Estas importantes pérdidas unidas al hundimiento del HMS Barham por el submarino alemán mermaban considerablemente la capacidad naval de Reino Unido en el Mediterráneo. Los buzos de la Decima Mas con esta acción dieron la oportunidad a los italianos de hacerse con el control del Marenostrum y retomar así la posibilidad de abastecer adecuadamente a sus exhaustas tropas en África, pero Mussolini, a pesar de conocer el éxito de sus soldados no explotó la ventaja que se le ofrecía para cambiar el curso de la guerra al no sacar a su flota de sus puertos.

Un SLC del Museo Sacrario delle Bandiere delle Forze Armate, en Roma

De La Penne se vio libre de su cautiverio cuando Italia en 1943 se pasa al bando aliado, alistándose para servir contra Alemania. Conseguirá en el puerto de La Specia que los alemanes no bloqueen el puerto con unos navíos que él se encargó de hundir previamente. El príncipe Humberto, le premió con la medalla de Oro, máxima condecoración al valor en Italia, que curiosamente le fue impuesta por el antiguo comandante del barco que había hundido, Charles Morgan, ahora jefe de la flota británica en el Mediterráneo.

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