En este punto, cabe preguntarse hasta qué punto pueden convivir la transgresión y un consumo, sino masivo, cada vez más difundido. Dicho de otro modo, ¿cuánta aceptación/fama es capaz de tolerar el incorregible agente José Luis? ¿Cuánta resistencia posee una criatura esperpéntica que debería seguir generando rechazo antes que atraer figuras ultra mediáticas como el hasta aquí conocido David Bisbal o nuestro Kun Agüero? [Ay, el yerno de Diego Maradona trabaja en una película donde un personaje secundario sostiene que el negro Pelé fue el mejor jugador del mundo].
Torrente se mantiene fiel a sí mismo cuando despotrica contra un Estado asistencialista justo después de querer colarse entre quienes esperan un plato de comida provisto por el gobierno de Zapatero, o cuando se queja de la inmigración sudaca mientras subalquila su propia casa a ecuatorianos indocumentados. Por su parte, Segura tampoco se corre de la tradición con sus gags fascistoides, escatológicos y soft pornográficos.
Sin embargo, la presencia de estrellas famosas (los argentinos no reconocemos ni la mitad), la incursión en la tecnología 3D (una engaña pichanga), el cierre con una suerte de videoclip a cargo del mencionado Bisbal, la promesa de una quinta entrega para 2017 parecen poner en peligro el futuro de dos provocadores antes revulsivos y ahora potencialmente funcionales.
Es cierto que al público del BAFICI suelen gustarle los excesos, siempre y cuando eviten convertirse en explícitas concesiones.
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* El jueves 14 también se estrenará Los Marziano, película de Ana Katz que se proyectará la noche anterior en el marco del BAFICI.