Torres de Serranos y de Quart (Valencia)

Por Yorga @javieramosantos

La ciudad de Valencia fue fundada, según el historiador Tito Livio, en el año 137 a.C. Pero fue con la llegada de los árabes y, siglos más tarde, tras la reconquista cristiana, cuando la capital del Turia inició su auténtico periodo de esplendor. El quatroccento valenciano (siglo XIV) aupó a Valencia como centro cultural y financiero de primer orden europeo. Dan fe de este progreso construcciones de la talla de La Lonja de la Seda, considerada Patrimonio de la Humanidad, y el tema que hoy nos ocupa: las Torres de Serranos y las de Quart, dos de las principales entradas a la ciudad y grandes bastiones defensivos en tiempos de la Edad Media. Solo ambas permanecen vivas de las doce puertas originales que fortificaban la urbe. Son dos conatos de castillo, dos lugares con historia de nuestra península.

Al viajero le merecerá la pena cruzar despacio el bello puente de nueve arcos del siglo XIV que une la plaza de Santa Mónica con las Torres de Serranos, que se observan primero hundidas en la distancia, para ir emergiendo paso a paso hasta llegar a ras de puente a medida que se acerca a él. Se denominan así porque de aquí salía el camino que conducía a la serranía valenciana. Fueron construidas en 1392 por Pere Balaguer, que las enclavó en las murallas de la villa para que a la vez actuaran como elementos de defensa y puertas de entrada, o, como también se ha dicho, como imponente monumento decorativo provisto incluso de foso. El conjunto está formado por dos cubos pentagonales que flanquean la puerta que consta de un arco dovelado de medio punto. Balaguer se inspiró para levantarlas en el Pórtico Real del Monasterio de Poblet como patrón.

Las Torres de Serranos./Laura Crusellas

La construcción de las Torres de Serranos fue originada tras las contiendas que Pedro IV el Ceremonioso sostuvo con su homónimo castellano Pedro el Justiciero, también llamado el Cruel. Supusieron el símbolo del poder de la ciudad de Valencia por la magnificencia de su arquitectura y por la elaborada ornamentación que iba mucho más allá de una construcción utilitaria de mero carácter defensivo.

Aparte de su uso durante mucho tiempo como bastión defensivo ante cualquier asedio o eventual ataque a Valencia, las Torres de Serranos, que están declaradas Monumento Histórico Nacional, también se utilizaron para ceremonias y entradas oficiales de embajadores y de reyes, así como prisión de nobles y caballeros, almacén de algunas obras del Museo del Prado durante el transcurso de la Guerra Civil, incluso como galería expositiva o para la organización de otro tipo de actos. Sus dos imponentes torres simétricas de más de 30 metros de altura impresionan de veras.

La fachada exterior, la que se ve cuando el viajero se acerca por el puente que custodia el antiguo cauce del río Turia, es impresionantemente maciza, con decoración almenada y una galería de finos arcos góticos adosados al cuerpo central. En su cara interior presenta las estancias y las escaleras, que dan a la plaza de los Fueros. Se accede al primer piso por una empinada escalera. Las estancias del piso inferior albergan el Museo Marítimo o Museo Joaquín Saludes, que tiene una colección de ánforas, maquetas de navíos y varias embarcaciones típicas valencianas. Desde estas torres se anuncia cada año el comienzo de la fiesta de las Fallas.

Parte trasera de las Torres de Quart./Carquinyol

Las Torres de Quart, sitas en la confluencia de la calle Guillem de Castro y la de Quart, son un ejemplo robusto y compacto de construcción militar de estilo gótico tardío. Fueron proyectadas por Pere Bonfill, que inició su edificación en 1444 siguiendo la impresión de las torres de Castel Nuovo, una fortaleza de Nápoles. Se trata de dos torres cilíndricas en su parte exterior y aplanadas por detrás, unidas por un cuerpo más bajo y rectangular, donde se ubica la puerta. Bastante alteradas por las reformas y deterioros sufridos, impresionan todavía al viajero por su aspecto contundente. Estos dos torreones alienados, unidos lateralmente eran también una de las puertas de la antigua muralla medieval.

Hasta 1874 se denominaron torres de la Cal, ya que en el siglo XVIII se exigía que la cal consumida por la ciudad entrara por allí. Su uso fue defensivo hasta que en el siglo XVII se decidió que fuera prisión de mujeres. En ellas pueden advertirse todavía los impactos de los obuses lanados por las fuerzas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia. A partir de 1813 se convirtió en prisión militar, por lo que sus puertas fueron tapiadas. Están declaradas Monumento Nacional.

Parte trasera de las Torres de Serranos./Laura Crusellas

Lo cierto es que, a ojos del viajero, Valencia es una ciudad sorprendente que se renueva constantemente. La ciudad mediterránea son muchas y siempre distintas; la Tyris ibera, la Valentia Edetanorum romana, la Valencia capital de un reino de taifa de Al-Ándalus, conquistada en 1094 por el Cid Campeador e incorporada a la Corona de Aragón por Jaume I, la rica ciudad medieval, la recargada y pía ciudad barroca, o la Valencia actual, moderna y activa, que se ha apropiado del lecho de un río y que mira al futuro en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Para moverse por la ciudad y disfrutar de ella, el viajero dispone de una completa guía con una oferta cultural y de ocio abundante.

Dónde dormir: Hotel AdHoc; Boix, 4; 46003 Valencia; adhoc@adhochoteles.com; teléfono: 963919140.

Dónde comer: Restaurante El Forcat; Calle de Roteros, 12; 46003 Valencia; teléfono: 963911213.