La propuesta surgió de una encuesta que hice a mis amigos en Facebook y estos deliciosos hongos le ganaron la pulseada a ilustres legumbres, delicadas calabazas, tradicionales papas y rebosantes coliflores. Como ya aclaré oportunamente, próximamente iré presentando recetas con los ingredientes que les interesan, aquellos que quedaron fuera del podio por un pelín o nuevas recetas con estos productos porque me fascina su delicado sabor.
A la hora de escoger la preparación, pensé en varias propuestas que forman parte de mi recetario cotidiano. Sin embargo, no quería preparar una salsa de hongos para pastas (otra vez será), ni quería realizar preparaciones muy complicadas que hicieran desistir al más entusiasta. Así fue como me decidí a preparar esta tortilla (puede hacerse en sartén o al horno) riquísima, rápida y con cierto glamour (que, claro, se lo aportan los champiñones). Apta para comerse como entrada, guarnición (de carnes para mis amigos los carnívoros), para llevarla en un picnic o para prepararse un plato rico, sano y nutritivo en poco tiempo.
Bueno, manos a la receta...
Cociná al vapor 400 gramos de espinacas congeladas o frescas (sí, claro pueden hervirse, pero al prepararlas al vapor perderán menos nutrientes y quedarán más íntegras, las pobres) por 20 minutos. Aromatizá la cocción con una cucharadita de orégano seco, otra de tomillo seco y una pizca de ají molido (¡Tranquilos! No quedará picante; sólo perfumada. En caso de usar las hierbas frescas, con algunas hojitas alcanzará) o con las hierbas y especias de tu preferencia (yo elegí ésta combinación porque acompaña muy bien a la espinaca).
Entretanto, fileteá 200 gramos de champiñones París (si son pequeños, serán más tiernos. Los más regordetes ya los usaremos para preparar unos exquisitos champiñones rellenos) y cortá en pequeños cubos 1 cebolla grande (o 2 pequeñas).
Rehogá en una cucharada de aceite neutro y otra de manteca (o margarina) las cebollas y cuando estén traslúcidas, añadí los champiñones fileteados. Condimentá con orégano y tomillo. Cuando la preparación esté cocida (ambos vegetales estarán tiernos y ligeramente dorados), agregá sal, pimienta y nuez moscada a gusto. No condimentes con sal y pimienta al momento de rehogar, porque la cebolla y el champiñón se cocinarán en su propio vapor. Recordemos que están formados mayoritariamente por agua y que la sal (y, en menos medida, la pimienta) ayudan a que los vegetales suelten sus jugos. Lo que buscamos es que se cocinen y no que se transformen en una sopa.
En un bol, colocá los vegetales rehogados (reservando una pequeña porción para colocar a modo de guarnición o decoración) y añadí la espinaca cocida y ligeramente picada. Incorporá 4 cucharadas súper gordas de un queso rallado o en hebras de rico sabor (puede ser parmesano, reggianito, roquefort, provolone...) y 3 huevos batidos (de campo, mejor). Incorporá nuevamente, pimienta recién molida, nuez moscada recién rallada, orégano y tomillo.
En sartén con 2 cucharadas de aceite caliente, volcá la preparación. Con espátula y cuidado chequeá que no se peguen los bordes ni la base y cuando veas que los bordes están bien dorados, con la ayuda de una tapa o plato (que cubran la boca de la sartén, claro está), da vuelta la tortilla para que se dore del otro lado. Al sentir que la base está despegada y los bordes cocidos, sacala del fuego y diponete a servir.
Si fuera necesario, calentá la porción de champiñones y cebollas que dejaste apartada para acompañar o decorar el plato. Podés acompañar la preparación con una rica ensalada de tomates (que aportan la vitamina C necesaria para fijar el hierro de la espinaca) y brotes de berro.
Esta tortilla puede hacerse en horno, colocando la sartén o cacerola (aptas para horno, por supuesto) en el horno, en lugar de en la hornalla.
De igual manera, esta preparación puede usarse para hacer un relleno de tartas diferente y con un leve toque sofisticado.
Espero que lo disfruten tanto como mi familia. Y que prueben variantes que acompañen sus gustos personales o sus ganas de "jugar" en la cocina.
¡Hasta la próxima!