Tortitas de calabacín, patata y queso

Por Pilarlechuza
Ya he comentado en alguna ocasión, que mi madre no es una gran cocinera. Todo lo que no le gustaba o que no había probado nunca, quedaba fuera de su lista de la compra. Así puerros, calabacines, berenjenas, alcachofas, acelgas, espinacas y alguna más que se me olvida ahora mismo, no formaron parte de mi alimentación hasta que  yo tomé las riendas de la cocina.
Uno de mis clásicos en la utilización de los calabacines además de la tortilla y el pisto, son estas tortitas que hoy os traigo. Las he complementado con un queso rallado y unas patatas que las hace mucho más consistentes y si cabe, más apetitosas.
Para picar tanto los calabaciones como las patatas he utilizado mi picadora Lacor que últimamente la tenía un poco abandonada. Dispone de cinco cabezales de corte y es de una gran ayuda a la hora de picar grandes cantidades. Ahora mismo para mí, es un "imprescindible" en la cocina del bar.

TORTITAS DE CALABACIN, PATATA Y QUESO

Ingrs.para 12 unidades
2 calabacines
2 patatas 2 huevos enteros3-4 cucharadas soperas de harina120 ml. de nata espesa100 grs. de queso rallado sal y pimientaaceite para freír
 Antes de nada, con el rallador grueso (de color rojo), rallamos los calabacines y los ponemos con una pizca de sal en un escurridor. Soltará bastante agua, así que dejadlo un buen rato. Hacemos lo mismo con la patata.
 

 En un bol, batimos los huevos, añadimos la nata, sal y pimienta.
Agregamos la harina y con unas varillas revolvemos bien hasta que no queden grumos. Para saber si está bien de densidad, metemos una cuchara y levantamos.
Si la base de la cuchara queda bien cubierta y la pasta se desliza lentamente, está lista. Añadiremos más harina o más nata según esté más o menos espesa.
 
Los calabacines rallados los escurrimos bien con las manos e incluso podemos secarlos con papel absorbente. Añadimos a la mezcla batida.

A continuación añadimos el queso rallado y con una cuchara revolvemos bien para que quede todo repartido.
Colocamos una sartén al fuego con abundante aceite. Una vez esté caliente, pero no humeando, ponemos porciones del compuesto y con el dorso de la cuchara aplastamos un poco.
  Dejamos que se doren por un lado y les damos la vuelta para que se cocinen por el otro. Una vez bien doraditos y crujientes, los ponemos sobre papel de cocina para eliminar el exceso de grasa.
Texto y fotografías: Pilar Martínez
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LA COCINA DE LECHUZA