En el siglo XV, Richard, Duque de Gloucester (Basil Rathbone), ayudado por su patizambo verdugo Mord (Boris Karloff), comienza a tejer un complejo plan para apoderarse del trono. Para lograrlo, no sólo deberá eliminar a todas las personas que se encuentran antes que él en la línea de sucesión al trono, sino que además deberá enfrentarse al exiliado Henry Tudor (Ralph Forbes), quien es el único capaz de echar por la borda sus planes.
En medio de la serie de cintas de terror realizadas por la Universal durante la década del treinta y la primera mitad de los cuarenta, el director Rowland V. Lee desarrollaría un proyecto que escapaba a los cánones del tipo de producciones a las que el estudio estaba dedicado en ese momento. Apuntando a una suerte de terror más tangible, Lee y su hermano el guionista Robert N. Lee, comenzaron a elaborar un guión que relataba la ascensión al poder de Ricardo III. Para ello, revisaron una gran cantidad de material histórico, además de revisar la obra de William Shakespeare, “Richard III”, la cual finalmente no tendría mayor relevancia en la confección del guión. Con la intención de enmarcar esta cinta dentro de las producciones de terror de la Universal, los guionistas le agregaron a la historia algunos elementos propios del género del horror, y además contrataron a Boris Karloff para interpretar un papel secundario, ya que él era reconocido como el principal responsable de la consolidación de las cintas de monstruos del estudio, por lo que su mera presencia servía como gancho promocional.
Con un presupuesto de $500.000 dólares y un programa de filmación de 36 días, Rowland V. Lee recreó la famosa torre en el patio trasero de los estudios Universal, cuyo diseño estuvo a cargo de Jack Otterson y Richard Riedel. Debido a que era imposible construir una réplica del castillo a escala real, Jack Cosgrove y Russell Lawson confeccionaron algunas pinturas que ayudaron a lograr el efecto deseado. Ambientada en 1471, la cinta relata el auge y caída de Richard, Duque de Gloucester, el jorobado monarca cuya fama dista de ser favorable. Fiel a la opinión popular, Richard es retratado como un megalómano cuyo maquiavélico plan le ayuda a pasar de ser un simple Duque a ser el protector de su sobrino el rey, para eventualmente ocupar el puesto de soberano de Inglaterra. Y es que a sabiendas de que jamás podrá acceder al trono siendo el sexto en la línea de sucesión, Richard decide que el camino más rápido al poder consiste en asesinar a todos los aspirantes al trono. Ya sea mediante manipulaciones, con la ayuda de terceros o utilizando sus propias manos, Richard se encargará de eliminar a todos aquellos que osan interponerse en su camino al poder.
Aunque resulta evidente la preocupación del director por la ambientación de la historia, la cinta se enfoca más sus oscuros protagonistas. Richard se mueve como una serpiente por los rincones del Reino, envenenando las mentes de su hermano el Rey Eduardo IV (Ian Hunter) y del senil Rey Henry VI (Miles Mander), quien se encuentra prisionero en la torre. Una de las pocas personas que se percata de la naturaleza malvada de Richard es la Reina Elizabeth (Barbara O´Neil), quien una vez que Richard asume el rol de custodio de sus hijos Edward y Richard, no puede evitar pensar en lo peor. Son varias las ocasiones en el film en las que Richard es retratado como una figura casi diabólica, como por ejemplo en la secuencia donde tras presenciar una ejecución, no logra disimular una pequeña sonrisa que no hace más que reflejar el placer que este siente con el sufrimiento ajeno. En gran medida, la Torre donde ocurre gran parte de la historia no hace más que representar las ambiciones de un hombre que no tiene límites a la hora de obtener lo que desea.
Mord, el deforme lacayo interpretado por Boris Karloff, no sólo es quien que ayuda a Richard a obtener el trono, sino que además es el otro gran monstruo de la historia. Su hábitat es el calabozo de tortura, lugar donde al igual que su amo, disfruta provocándoles dolor a todos los pobres infelices que tienen la desdicha de caer en sus garras. Mord es un personaje claramente sadomasoquista cuyo mayor deseo es acompañar a Richard al campo de batalla, donde podrá dar rienda suelta a su sed de sangre con la ayuda de su pesada maza. En más de un aspecto, Mord no es más que otra de las criaturas perversas que poblaron las cintas de la Universal durante la década del treinta, las cuales deambulaban en los oscuros rincones de los siniestros castillos en los que residían. Curiosamente, los pocos personajes realmente bienintencionados que aparecen en la historia están destinados a sufrir horrendas muertes o a perder todo aquello que les resulta importante. Personajes como la Reina Elizabeth, sus dos hijos, o John Wyatt (John Sutton) que es nada menos que el héroe de turno, son pasajeros momentáneos en una historia que está ampliamente dominada por personajes siniestros y algo demoniacos.
En el ámbito de las actuaciones la cinta presenta de todo un poco; mientras que John Sutton y Ian Hunter realizan una labor más bien mediocre, Basil Rathbone, Boris Karloff y un joven Vincent Price logran construir papeles interesantes y creíbles. Aunque en esta ocasión Price interpreta un rol secundario (el alcohólico Duque de Clarence), da muestras de los atributos que algunos años más tarde lo convertirían en uno de los rostros más recordados del cine de terror. Curiosamente, en 1962 Vincent Price protagonizaría el remake de este film, cuya dirección estuvo a cargo de Roger Corman y cuya historia se mete más de lleno en el género del horror. Por otro lado, el trabajo de fotografía de George Robinson y la banda sonora compuesta por Frank Skinner, cumplen con dotar a la cinta de una atmósfera claustrofóbica, la cual refuerza la idea de que en el fondo se trata de un film de terror. Tal vez lo más reprobable de la película es la inclusión de algunos personajes cuyo rol en la historia no se llega a entender del todo, ya que su participación es breve y poco relevante.
Al momento de su estreno, gran parte de los críticos que esperaban ver algo similar a lo hecho por Karloff al interior de la Universal se sintieron algo decepcionados al encontrarse con una historia que fusionaba elementos de un drama de época y elementos propios del cine de terror. Sin embargo, ese es precisamente el encanto de esta película. Aunque superficialmente “Tower of London” no es la típica cinta de horror de la Universal, partiendo por el hecho de que la saga de películas de monstruos realizadas por el estudio se basaron en parte de la literatura del siglo XVIII, mientras que el guión de esta producción se basó en un hecho histórico ocurrido en el siglo XV, lo que Rowland V. Lee nos presenta es un relato acerca de la depravación humana. Y es que la historia de Richard III presenta una guerra sangrienta, ambición descontrolada e incluso infanticidio. Por lo tanto es lógico pensar que con esta producción la Universal no se alejó del cine de monstruos, sino que prefirió dejar de lado el aspecto sobrenatural para presentar a una dupla de monstruos bastante más humanos, y por lo tanto bastante más aterrorizantes. En definitiva, “Tower of London” es una cinta entretenida y bien realizada, la cual pese a estar comandada por un impecable Rathbone y un amenazador Karloff, lamentablemente ha quedado sepultada por los otros clásicos producidos por la Universal en la llamada época dorada del cine de terror.
por Fantomas.