Toy Story 3 (2010)

Publicado el 30 julio 2010 por Quesito

Juegos reunidos geyper.


Resulta cuanto menos curioso el gran número de paralelismos existentes entre Toy Story 3 y el inmediatamente anterior trabajo de Pixar, Up. Ambas películas empiezan recordando el pasado de sus personajes protagonistas, mostrándonos tiempos mejores, para, una vez la historia vuelve al presente, emprender un viaje (ya sea elevando una casa con un gran número de globos o en una caja de cartón) hacia tierras desconocidas, habitadas por secundarios que no les pondrán las cosas nada fáciles. Ya en la recta final de ambas películas el sentido de la aventura hecha espectáculo se apodera de la pantalla para concluir con un emotivo epílogo. Y a pesar de que ambas películas llevan caminos paralelos, el resultado termina siendo, justamente, el opuesto. Y es que mientras Up arrancaba de forma absolutamente magistral para ir perdiendo fuelle a medida que avanzaba la trama, Toy Story 3 empieza resultando un film entretenido hasta que, llegado a cierto punto del metraje, la cinta da un salto de calidad impresionante capaz de mantener al espectador clavado en su butaca, con una recta final fascinante.
En Toy Story 3 recuperamos a Woody, Buzz y toda la panda de juguetes de Andy. El chico ya tiene diecisiete años, está a punto de irse a la universidad y, al parecer, ya no juega con sus juguetes desde que empezaron a crecerle pelos en recónditos lugares de su cuerpo. Como está a punto de abandonar el hogar familiar para irse a vivir al campus, sus juguetes terminarán donados a una guardería donde Woody y los suyos deberán hacer frente a una horda de pequeños monstruos llenos de mocos y al resto de juguetes que habitan el jardín de infancia. Además, el vaquero Woody, se niega a aceptar su suerte e intentará, por todos los medios, volver junto a su dueño.
La película está dirigida por Lee Unkrich, quien a este paso se acabará convirtiendo en todo un clásico de la factoría Pixar, y que anteriormente ya había co-dirigido Monstruos S.A. y Buscando a Nemo. Su trabajo en la dirección es otro de los puntos fuertes de la película, pues la cámara siempre parece estar colocada en el lugar adecuado, algo siempre difícil de ver, y más aún tratándose de una película de animación. Pixar, además, logra apuntarse un nuevo tanto a su favor, logrando mantener el altísimo nivel al que nos tiene acostumbrados. No obstante, y puestos a buscarle un “pero” a la compañía, estaría bien que alguno de sus trabajos se alejara un poco de los ya consabidos mensajes de siempre: los fuertes lazos de la amistad, mejor trabajar en equipo, no hay que conformarse y hay que luchar por lo que uno quiere, etc, que parecen heredados, directamente, de Disney. Por suerte, en Toy Story 3 nos han evitado otro de sus clásicos habituales, como es el ecologismo.
No obstante, y a diferencia de los trabajos anteriores de la compañía, Toy Story 3 tiene un punto oscuro de lo más siniestro y chungo. La diferencia principal entre esta tercera entrega y las dos anteriores, es que, en las primeras, los malvados de la función eran humanos (el niño de los vecinos y el propietario de la tienda de juguetes), pero, en esta ocasión, el rol de malo de turno recae en otro juguete cómo ellos, lo que acaba convirtiendo la historia en todo un tour de force por parte de nuestros protagonistas que se las verán y se las desearán para intentar salir adelante. Y es que mira que me he llegado a tragar películas de terror a lo largo de mi vida, pero pocas provocaron en mi el mismo efecto de mal rollito que me dio el camión de la basura de la cinta, envuelto en una ambientación de lo más siniestra.
Pero no se queda sólo en eso el film, que además cuenta con un humor muy agudo, cuyos mejores momentos suelen coincidir con Ken en pantalla (su encuentro con Barbie, seguro, lo habrán visto ya en los trailers) y su colección de complementos y cierta transformación de Buzz Lightyear, que termina resultando francamente descacharrante. Además, la película se permite el lujo de ofrecer al espectador algún que otro guiño cinéfilo como la escena en la que a Woody le da por imitar al prota de “Misión Imposible” o ese peluche con la forma de “Mi vecino Totoro”.
La cinta empieza con una trepidante escena de acción (más grande, más larga y sin cortes) que sirve para reencontrar al espectador con los protagonistas de la película once años después. Una vez ya puestos en situación, y después de comprobar que el tiempo ha pasado igual para todos, la trama entra en materia, encontrando una nueva buena historia que contar, resultando, además, de lo más entretenida. Pero es hacia la recta final cuando la cosa gana en todos los sentidos posibles ante las “aventuras en la gran ciudad” de Woody y su pandilla, mezclando géneros con pasmosa facilidad y atrapando al espectador dentro de una trama que se va oscureciendo a medida que avanza hasta su clímax final.
Resumiendo: Nuevo tanto para Pixar, que recupera a los protagonistas de su primer film para meterlos dentro de una nueva aventura, más oscura que sus antecesoras, con una fantástica recta final.

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