Revista Empresa

Trabajar en la empresa familiar no es siempre la mejor solución

Publicado el 28 julio 2010 por Juan Carlos Valda @grandespymes

El 70% de los pequeños y medianos negocios españoles, tienen una marcada componente de consanguinidad. La empresa familiar genera empleo, generación a generación, para miles de familias de nuestro país, quienes además de la relación de parentesco mantienen otra de índole laboral y societaria.

Los hijos suceden a los padres y se produce el relevo generacional en la empresa familiar. Es un proceso como otro cualquiera que de la mismísima madre naturaleza. Pero a mi siempre me queda la duda siguiente ¿Cuál es el momento idóneo para la entrada de un familiar en la empresa? Eso, suponiendo que deba trabajar en ella o formar parte del accionariado. 

La pregunta no tiene una solución matemática fácil, ni tampoco una respuesta única. Si la familia es grande, lo normal es que no haya sitio para todos. Es ahora cuando se me viene a la cabeza el modelo de los 3 círculos de Davis y Tagiuri, sobre los diferentes intereses de los 3 principales núcleos de interés en las empresas de esta índole: la familia, los accionistas y los empleados. A continuación, planteo algunas situaciones desde el punto de vista de cada uno de ellos.

Personas que “han nacido para trabajar en la empresa familiar”

Es el típico caso del familiar que ha vivido en casa de sus padres toda la vida y profesionalmente pretende seguir los mismos pasos. Permitir que alguien con este perfil comience una relación laboral o societaria de carácter familiar a largo plazo, con vistas a futuro, es algo bastante peligroso. Más aún si accede directamente a puestos de mando. “Fatal error” muy probable.

Los accionistas pueden mostrar su desconfianza, al incorporar al negocio a alguien que puede no estar suficientemente preparado; los empleados que no forman parte de la familia ven como entra alguien en plantilla que puede eclipsar su carrera en la empresa; la familia puede verlo como un trato de favor a un miembro comparado con otro.

En mi opinión, lo ideal es vivir una experiencia profesional previa en una empresa ajena al negocio familiar. El objetivo no es otro que “salir del nido” y “abrir los ojos”, lo que permitirá adquirir una visión diferente de la realidad, sin el sesgo de los lazos de consanguinidad. Si llegado el momento, la empresa demanda un perfil como el de esta persona, es interesante aplicar la estrategia de entrar “desde abajo”, para tener una visión del negocio desde la base.

Personas que creen que la empresa familiar es una ONG

Dentro de la familia puede haber algún miembro que no tenga ni idea de cual es el objetivo de una empresa, ganar dinero, y piense que tener un apellido le otorga el derecho a pertenecer a la plantilla o accionariado de una sociedad. Como si fuera una ONG, estas figuras creen que la empresa familiar debe “acoger” en su seno a todo cuanto desempleado haya en el núcleo familiar. Otro “fatal error”.

La empresa sólo debe contratar a quienes necesite realmente y no abrir sus puertas a incorporaciones no deseadas. Es un problema en potencia, que tarde o temprano acabará estallando. Los accionistas no suelen ver con buenos ojos estas cosas; los empleados no estarán nada contentos por tener que colaborar con alguien que no aporta valor; en el seno familiar puede desencadenar una bomba porque es la justificación para que entre “todo el mundo”, sin importar méritos o necesidades de la empresa.

Personas que hacen trabajos esporádicos para aprender

Es una gran idea. Trabajar en la empresa familiar en períodos de tiempo acotados para adquirir experiencia es una gran idea. Si se aplica la estrategia de “trabajar en la base”, mucho mejor, ya que permitirá además generar unos lazos profesionales, y hasta de amistad, que en el futuro pueden dar resultados muy positivos.

Los accionistas raramente se opondrán a una relación laboral corta en la empresa; los empleados no verán mal que una persona venga a aprender con ellos (aunque dependerá de la actitud de ella); a la familia no le debería afectar este tipo de relaciones esporádicas, aunque podrían surgir tensiones si se da algún caso de trato de favor a un miembro comparado con otro.

Conclusiones

La empresa familiar no es una ONG ni tampoco un oasis. Es un negocio como otro cualquiera en el que los lazos de sangre afectan con bastante intensidad a los 3 principales grupos de agentes implicados. Tomárselo como algo serio, como lo que es, aplicar el sentido común a la hora de hacer las contrataciones y decir “NO” cuando haya que hacerlo, son las pautas a seguir para evitar problemas bastante serios que suelen desembocar en problemas societarios y personales, muchas veces sin solución.

En Blog Sage | La importancia de la gestión empresarial

Autor Pablo Herrero es Ingeniero Industrial en la especialidad de Organización Industrial, relacionado con la Ingeniería de Organización de empresas.


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