Creo que todos consideramos el trabajo como algo esencial en nuestras vidas. No solo es una forma de buscarse la vida, sino de sentirse bien con uno mismo. Por tanto, la carencia de ese derecho además de ser inconstitucional es una desgracia muy grande para cinco millones de españoles. Las medidas que han traído e impuesto desde Europa permiten salvar los bancos pero no a los parados, la austeridad en el gasto público y la inmovilización del Estado como herramienta de fomento y aceleración de la Economía, solo sirven para parar aún más, si cabe, este proceso de crisis sistémica. El paro es un drama y solo puede ser superado con la desobediencia civil y la movilización general de la clase ¿trabajadora? ¿precaria? ¿proletaria? Pensemos que las jornadas de trabajo y el trabajo en sí, existente, debe repartirse entre todos a partir de la consideración justa de un salario social por pertenecer a la colectividad donde vivimos. Es inmoral que después de la construcción de un Estado más o menos del Bienestar, donde la educación pública y la sanidad generalizada para todos, eran los pilares básicos, ahora las diferencias de clase se extremen y se agudice la pirámide social. En la época de más paro es la época de mayor consumo de coches de lujo o de grandes mansiones. Hay que dividir el trabajo, que trabajemos todos y dejar la deuda para cuando se pueda y si se puede, porque la deuda es inmoral y solo desde un planteamiento de una izquierda combativa se podrá cambiar esto. Ya no es tiempo de los paños calientes de la "socialdemocracia", es el tiempo del socialismo democrático y de llamar a las cosas por su nombre y el paro es una ¡canallada!, una herramienta de violencia contra los menos poderosos de este país, una estrategia para que cuando llegue la derecha más reaccionaria tenga justificación para recortes de derechos laborales y para poner en marcha su programa de creación de empleo que ya conocemos: trabajo más precario aún y peor pagado, si cabe.