Mis preconceptos
Como ya lo dije en otro post "Crianza respetuosa, crianza con apego", siempre había tenido la creencia de que nada iba a impedir que yo pudiera ejercer mi profesión de abogada, ni siquiera la maternidad.
Sin embargo en esta creencia no había aparecido todavía en mi mente la imagen de ese bebé real, que necesitaría mis cuidados y mis atenciones constantes, hasta que esta nueva realidad se fue haciendo cada vez más palpable durante el embarazo y finalmente con el parto.
Mis circunstancias y mis motivos
Cuando conocí a mi hija y a sus necesidades permanentes, cuando comprendí que cuidarla requería mi atención al 100%, cuando advertí que sus demandas eran capaces de llevar mi paciencia al extremo, tomé mi decisión definitiva de no trabajar.
Ya sé que muchas mamás encuentran en estas circunstancias los motivos para decidir justamente lo contrario, es decir, para evitar llevar mi paciencia al límite, vuelvo al trabajo, en donde de alguna manera recargo pilas para seguir atendiendo a mi bebé.Sin embargo mi razonamiento fue otro. Por mi particular forma de ser (un poco obsesiva y mono-temática) sabía que distraerme con otras ocupaciones me iba a quitar aún más la paciencia, me iba a llevar al extremo de la exigencia y no me iba a permitir brindarme a la maternidad como yo quiero y como se que ella lo necesita.Además estaba la pregunta de quién va a cuidar de mi bebé mientras yo no estaba. Vivir a 450 kilómetros de tu familia te quita ciertas ventajas que solo te da la cercanía. Nunca había sido mi intención dejar a mi hija para que mi familia se encargue de ella, pero sí pensaba que alguna ayudita me podían brindar, poder, por ejemplo dejar a mi bebé con una niñera en casa de mi mamá podía ser una gran ventaja. Pero para mí nunca fue una opción por la distancia.Otro punto que consideré fue: si yo, que la amo con locura, que vivo por y para ella, que encuentro en ella el motor que me mueve en todos los aspectos de mi vida, a veces llego a perder la paciencia y tener fantasías de salir a correr durante horas, cómo podía esperar que alguien ajeno a nuestra familia pueda brindarse a ella con tanto altruismo?Y finalmente: supongamos que decida trabajar, que realmente me haga bien, que ella no resulte afectada por mis ausencias, que pueda encontrar una niñera de confianza que le de tantas o más atenciones que yo, que la cuide con la mayor de las paciencias... cuánto debería ser mi ingreso para justificar el gasto de una niñera, el transporte, la comida comprada por falta de tiempo, ropa y calzado para trabajar, etc?Ojo! no digo que esto sea válido para todas por igual, son mis razones, las que se vinculan con mis circunstancias.
Mis respetos a las mamás que trabajan
Paralelamente conozco y admiro a otras mamás que por sus propias razones salen a trabajar todos los días, asegurándose de que sus hijos quedan en las mejores manos, hacen recorridos para dejar a uno en la escuela, a otro en casa de su mamá o de una hermana o cuñada, van a trabajar, al volver pasan por el supermercado a comprar la comida, suben y bajan de colectivos, remisses y taxis, pasan buscando nuevamente a sus hijos para volver cansadas a su casa y, aún sin fuerzas, son capaces de acunar a sus bebés, darles el pecho o la mamadera, hacerles la comida, cantarles, hacer los deberes con sus niños más grandes y disfrutar de todos estos momentos, brindando una atención de calidad.
Creo que cada una debe analizar sus posibilidades reales y elegir lo mejor para una misma y para nuestros hijos en cada caso.
Y vos? cuál decisión tomaste sobre tu trabajo? trabajar o no trabajar durante la maternidad? cuáles fueron tus motivos? Si decidiste trabajar, quién queda al cuidado de tu bebé mientras trabajas? Contáme tu historia!También te puede interesar: