Representantes de Eusko Alkartasuna y la izquierda abertzale suscribieron ayer, en el Palacio Euskalduna de Bilbao, un documento político en el que defienden la creación de un estado vasco independiente y se comprometen a reivindicar esta propuesta por “vías pacíficas, políticas y democráticas”. En el texto, presentado bajo el lema “Lortu Arte” (Hasta Conseguirlo) se aboga por la superación del “conflicto político” y la desaparición de todo tipo de violencias. Igualmente, se pone el acento en la actuación conjunta entre ambas sensibilidades políticas –Eusko Alkartasuna y la izquierda abertzale- desde el respeto a los derechos humanos.
Habrá quien les crea y habrá lógicamente, quien no lo haga. Yo estoy con aquellos que piensan que las palabras de la izquierda abertzale esta vez sí son sinceras y responden a una convicción profunda sobre la inutilidad y el agotamiento de la violencia. Soy consciente de son muchas las razones para ser cautos en una materia tan sensible como ésta, pero aún así comparto las tesis de quienes consideran que la izquierda abertzale, por fin, percibe a ETA como un obstáculo que les impide hacer política y recuperar el espacio perdido en las instituciones y en la propia sociedad. Posiblemente esta reflexión llegue tarde y obedezca a razones prácticas, unidas a su supervivencia, pero aún así debe ser bienvenida porque está en juego la consecución de la paz.
Es verdad que la izquierda abertzale nunca imaginó que la ciudadanía vasca podría llegar a vivir con tanta distancia, no ajena a una sensación de indiferencia, su exclusión del juego democrático por excelencia -las elecciones-; es cierto también que nunca imaginó que la detención de sus máximos dirigentes podría llegar a ser una noticia más en los medios de comunicación, sin apenas reflejo en las calles de nuestros pueblos y ciudades; tampoco imaginó nunca que la colaboración internacional y la eficacia policial pondrían al frente de ETA a jóvenes sin experiencia, ni trayectoria política, ajenos a las reflexiones de los cuadros más ideologizados de la izquierda abertzale. Sin duda alguna,este mundo ha interiorizado el fracaso de la violencia obligada por las circunstancias; nadie lo niega, pero no por ello la conclusión es menos importante o tienen menos legitimidad o validez.
Desconozco cuál será el siguiente movimiento de la izquierda abertzale, pero me consta que continuará dando pasos hacia delante, importantes para unos e insignificantes para otros. No sé como reaccionarían sus responsables ante un hipotético atentado de ETA, ni, llegado el caso, si lo condenarían o lo reprobarían. Si sé, en cambio, que como nos ocurre a la mayoría de personas que vivimos en Euskadi desean que ETA haga suyas sus posiciones, admita que su tiempo ha terminado, desaparezca definitivamente y puedan hacer política sin trabas ni impedimentos.
Ojala ese día llegue pronto y quienes tienen poder para facilitar el proceso actúen en consecuencia, promoviendo una política penitenciaria más flexible, acorde a la coyuntura actual, y sean prudentes en la aplicación de la ley de partidos, evitando caer en la tentación de obtener réditos político y electorales, basándose en una interpretación interesada de la misma. Me preocupan las voces que alientan desde ahora sobre futuras treguas trampa, poniéndose la venda antes de la herida, y aquellas otras que se sirven de su papel como garantes de la estabilidad del Gobierno de Patxi López para imponer sus criterios sobre política antiterrorista, aún sabiendo que éstos no son compartido por la mayoría social de Euskadi.
TARJETA ROJA L’Osservatore Romano, órgano oficial del Vaticano, demostró ayer una falta de tacto y humanidad sin precedentes, al describir a José Saramago, en un artículo titulado La omnipotencia (relativa) del narrador, como “un hombre y un intelectual de ninguna capacidad metafísica, que vivió agarrado hasta el final a su pertinaz fe en el materialismo histórico, alias marxismo“. Por si quedara alguna duda sobre su intolerancia ante la muerte del escritor portugués, el periódico iba aún más allá y sentenciaba lo siguiente: “Se declaraba insomne por las cruzadas, o por la inquisición, olvidando el recuerdo de los gulags, de las purgas, de los genocidios, de los panfletos de la Rusia soviética, culturales y religiosos“. Resulta difícil imaginar el nivel de fanatismo y sinrazón que puede albergar quien así se refiere a un humbre bueno y justo, defensor de ideas e ideales de paz e igualdad en el mundo. Es obvio que el Vaticano actúa como aliado fiel del capitalismo y continúa viendo al comunismo como un enemigo al que combatir. En esta ocasión, no ha respetado la figura de un escritor reconocido y comprometido con la verdad y la solidaridad, ni ha sabido callar por prudencia y un mínimo de sensibilidad ante su fallecimiento.