8 julio 2014 por Ana Prieto
España nunca ha sido rica. Si nos remontamos a la etapa imperial, tal vez sí. Aunque el populacho, ya entonces, malvivía mientras la realeza, los nobles y ricos de cuna acumulaban fortunas traídas del nuevo mundo.
Pero, alguien nos contó hace unos cuantos años un bonito cuento:
“Había una vez, un país en el que su gente vivía tranquila y modestamente. Un día, visitó aquel lugar un hada madrina. Con su infinito poder y sabiduría y ayudada por su varita mágica legislativa, convirtió el marrón de la tierra en el verde de los billetes, al igual que había hecho hacía muchos, muchísimos años en un país muy, muy lejano, cuando convirtió una calabaza en lujosa carroza”.
Muchos de nosotros creímos el cuento. Era fácil, cómodo y precioso vivir el momento. Pero detrás del encantamiento se escondía una realidad envenenada como la manzana de Blancanieves. La poción nos mantuvo en una ensoñación sin que nadie nos advirtiera de que la carroza, de la noche a la mañana, volvería de forma irremediable a convertirse en calabaza.
Así podría contarse, para un fácil entendimiento de la compleja situación que vivimos, la historia reciente de España, ¿no crees?
La que ha llevado a registrar en el mes de junio de 2014 en las oficinas de los Servicios Públicos de Empleo a 4.449.701 personas en paro. Dato que en el peor registro de la serie desde el inicio de la crisis en este indicador, correspondiente a febrero de 2013, llegó a superar los cinco millones.
Los datos oficiales confirman además que 4 de cada 10 de estas personas carecen de cobertura por prestación pública por desempleo. Y la evolución de este indicador en términos relativos va en preocupante aumento, pese al ligero descenso del dato absoluto en el número de parados.
Pero al otro lado, en el mercado laboral activo, el panorama tampoco es mucho más alentador.
El valor de la hora de trabajo en España es de 3,91 euros muy lejos de la vigente en Alemania con 8,5 euros. Allí, la semana pasada se ha revisado al alza el Salario Mínimo Interprofesional. ¡Qué suerte tienen algunos! (Alemania, tan cerca y tan lejos).
Un compañero, y además buen colega, de los que, pese a los miles de despidos y el vapuleo continuo al que se está sometiendo a esta profesión, aún conservan criterio y sentido común para el ejercicio del periodismo, me recordó hace unos días: “Ana, en España trabajamos para ser pobres”.
La crisis nos ha aportado muchas cosas a los trabajadores: horas de trabajo, exigencias externas, nuevas tareas que realizar… Y nos ha quitado otras: sueldo, motivación, optimismo al afrontar el trabajo cada día.
Pero, el escaso y devaluado precio de la hora de trabajo en España no evita que la inmensa mayoría de los parados de este país desee, más que nada en el mundo, un empleo. Aunque sea con un contrato a tiempo parcial por unos pocos días en un mes. Algo, una actividad laboral que, sencillamente, les saque por un momento de las largas listas del desempleo y les recuerde que son personas íntegras, útiles, productivas y, sobre todo, que no está todo perdido. Y no lo está.
Cada uno es libre de identificar con quien quiera a la persona o personas que interpretan en este cuento a Maléfica, la Madrastra o al Ogro. Ya ni me preocupa.
Sólo quiero saber quién será quien ayude definitivamente a salir de este cuento de terror, aunque tengo la impresión de que o lo hacemos entre todos o nos queda un largo, larguísimo tránsito lleno de escollos y escasez.
Mejor no esperamos al “príncipe azul”. Por si aún no te lo han contado, no existe… pero es un secreto.