Las canciones tienen el don del recuerdo. Es como si, independientemente de su calidad musical, de lo acertado de su melodía o de su letra, tuvieran la característica de pegarse a un determinado momento, a un espacio señalado en el tiempo; Esa etiqueta que añadir al mp3 aparte del cantante, el año o el albúm al que pertenece. Si nos dio una sonrisa, si nos recuerda un beso, si saltamos de nuevo con oírla.
En concreto, hoy ha habido una canción que me ha recordado varias cosas. Era una canción de principios de los 80, de discoteca, de esas que oías por la radio a todas horas y que sonaba en las terrazas en verano. Es una canción que me recuerda primeras salidas a las discos de la Calle Orense y cintas de cassette de las grabadas de los 40 intentando evitar en lo posible grabar la voz del locutor de turno, lo que hacia que las canciones de las cintas siempre sonaran empezadas, salvo las que podías grabar de los discos de tus amigos o de los que te habías comprado ahorrando durante al menos un mes.
Pero sobre todo, lo que me trae esta canción es una carcajada, curiosamente no de los años en los que la solia escuchar, sino de algún tiempo después. Justo del día que, ya con internet y navegando por ahí, me la encontré en youtube, y leyendo su título, que no me sonaba absolutamente de nada, comprendí perfectamente que era la misma canción que yo había grabado alguna que otra vez en esas listas de éxitos improvisadas. Y que tanto en esas listas como cuando la tarareaba, había traducido, en un inglés suigeneris, de “Last night a DJ save my life” a lo que talmente había escrito en el papel de la TDK o Basf que seguramente utilicé: “Les maravilles de my life”.
Si, por eso la recuerdo con una carcajada.
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