Tragamar, la ventana de Calella a la Costa Brava

Por Baco Y Boca @BacoyBoca

Tragamar está en un lugar privilegiado. Cuando lo vi fue mi primer pensamiento. Las vistas, la playa, el Mediterráneo, la Costa Brava....De postal!. Pero a Tragamar vamos a comer, a aprovechar los últimos días de este verano tan espléndido, incluso demasiado según que días, que hemos tenido este 2016.

Cuando fuimos, aún habiendo pasado la primera quincena de septiembre, los días de playa parecen aferrarse con uñas y dientes y no dan paso al inicio del otoño. Este aferramiento se contagia y aprovechamos esos coletazos para, de alguna forma, resistirnos a la vuelta a la rutina.

Calella tenía sus playas llenas y Tragamar sus mesas. Pero por suerte reservamos pronto, a las 13:30 y aunque ya estaban en pleno funcionamiento no era el momento álgido. El local es amplio bastante diáfano y luminoso. Los ventanales tienen sus portones abiertos y si la mesa está al lado de uno de ellos es como estar en su pequeña terraza. El público es variopinto: nacional, extranjero, familias o parejas, vestidos de domingo o recién llegados de la playa, pero eso sí, con camiseta por favor!

Nos sentamos y miramos tanto su carta fija como las sugerencias del día que Tragamar anuncia en su pizarra de la entrada al restaurante. Haremos una mezcla escogiendo algunas de sus tapas anunciadas en la carta pero sin saltarnos los tomates ecológicos de la huerta de Imma que sugieren.

Será lo primero que llegara a la mesa junto a los mejillones.

Será lo primero que llegara a la mesa junto a los mejillones. Los tomates son de 3 tipos, carnosos y dulces y servidos con dos pequeños boles, uno con sal gruesa y el otro con un buen aceite de oliva. Un plato colorido, una pequeña muestra de la cantidad de variedades de tomate que hay y que aún nos quedan por conocer. Muchas se están recuperando, en la huerta utilizada por Tragamar, ya cultivan 40 variedades diferentes. No hay que dejar pasar la oportunidad de saborear los que probablemente sean los últimos de esta temporada.

La olla de mejillones viene con la tapa de doble uso, pues servirá para las cáscaras. Estaba cocinados con ajo, aceite, un bouquet de hierbas aromáticas, y sidra que le daba un punto ácido de manzana verde.

Recibimos el pulpo a la gallega con salsa de jalapeños y los calamares a la andaluza. Estos últimos en su punto, fritura perfecta nada oleosos. Un buen bol. El pulpo a feria venía servido en una bandeja de la forma típica: lecho de patata cocida, pimentón y aceite.

La salsa de jalapeño venía servida aparte, por lo que puedes dosificarla al gusto. Nos esperamos la salsa picante, pero, aunque lo está, nos resultó más el pulpo por el condimento del pimentón. Me pareció notar un toque ahumado y más picante lo de habitual. Una ración generosa de un clásico para el que Tragamar sugiere ese cambio, tomarlo con la salsa. Personalmente, me quedo con el de siempre y lo prefiero sin ella.

El ultimo plato es una ración de sardinas a la plancha. Son servidas en una sartén, media docena acompañadas de dos trozos de pan de Coca con tomate. Soy incondicional de las sardinas y es muy difícil encontrar unas que me defrauden. De hecho, no recuerdo ningunas y estas tampoco lo hicieron.

Acompañamos la comida con el Blanco de la casa en esta ocasión un Castell de Perelada garnacha blanca y macabeu (viura), Blanc de Blancs.

Aunque la carta de postres incluye nombres como el tiramisú, el coulant o una apetitosa tarta Carrot Cake con chocolate y helado de cardamomo, nos vamos al Recuit de Fonteta... Per fer pais. Un postre típico de la zona de l'Empordà, entre un queso fresco y una cuajada. Una especie de requesón hecho de forma artesanal y que se toma con miel. Fonteta hace mención a la población de donde proviene este postre.

Estuvimos bien atendidos. Sin prisa pero sin pausa por un personal joven y profesional. El tiempo iba pasando y Tragamar iba llenando su comedor y su terraza, dando paso a la lista de espera para coger una mesa.

Un restaurante típico marinero que tiene en su carta platos algo más exóticos y saben combinarlo con lo esperado. Aprovechan el producto de temporada para sus sugerencias, así como el pescado fresco del día. A pie de playa. Con unas vistas únicas en las que relajarse con la vista. Disfrutar del paisaje y de una buena mesa es la propuesta de Tragamar en Calella de Palafrugell. Suelen estar abiertos hasta la festividad de todos los santos. En los próximos días, por mucho retraso que lleve, el otoño se hará sitio relegando el verano hasta el año que viene, pero no por ello debéis descartar Tragamar. Es más me atrevo a decir que es posible que se acentúe su encanto en esos primeros días de otoño.

Otros sitios para comer en la Costa Brava.

@tragamarcalella un rincón en Calella que debes conocer. Click to Tweet