Cuando eliges un compañero para cualquier actividad, puede ser que no lo conozcas, generalmente en negocios es alguien a quien conoces de hace mucho tiempo o la mayor parte de los casos alguien que te recomendaron.
Cuando es una relación de amistad de varios años, a veces es mejor no hacer negocios, pues no siempre las cosas salen bien, y a Dios gracias mis amigos lo saben y mantenemos nuestras relaciones de amistad intacta.
Sin embargo otro tipo de sociedades, alianzas y otros se realizan con gente recomendada, y ahí es donde uno puede toparse con lo que dice el título de esta entrada, negociamos, acordamos y de pronto en el camino uno de los dos se vira, y hace lo que dijeron que no harían, tratas de ponerte en su lugar y de cierto modo lo entiendes, quizás no habrías hecho lo mismo, pero cada vez que te llega un potencial cliente tuyo que tu «socio» se lo quedó, te remueve el corazón y te da ganas de trapear el piso con su nombre (creo que me puse violenta, jajaja) pero entenderán que también tengo corazoncito.
Pero así ya nada, que vamos a hacer, al fin y al cabo lo mejor es saldar cuentas y abrirnos como diría por ahí algún amigo. Mejor nos abrimos, que se lleve lo que aprendió de nosotros y que le rinda. Nosotros sabemos hacerlo mejor y siempre nos innovamos y nos mostramos más flexibles, y creo que es obvio que nuestras recomendaciones ya no irán para allá sino para nuestro nuevo aliado.