A fuerza de sacarles las caretas, con las que cada día disfrazan las noticias, los medios masivos de comunicación van perdiendo la credibilidad que tenían, por parte de la población que seguía sus argumentaciones y comentarios.
Hoy, sus columnas, son consumidas por un menor número de lectores entre los que se encuentran un reducido núcleo duro de seguidores, que ansían encontrar en las noticias y en las argumentaciones algo que les indique que el gobierno al que odian y desean ver derrumbándose, finalmente se precipite a tierra, solo por sentir la satisfacción de experimentar ese momento.
Lo curioso de esta situación, es que quienes quieren ver que todo se derrumba son precisamente quienes más se han beneficiado por las circunstancias favorables durante estos últimos años.
Lo que hace más incomprensible su estado de ánimo lleno de belicosidad hacia todo lo que haga o deje de hacer el gobierno.