Existen unas cuantas frases dotadas de la infalibilidad de las costumbres lingüísticas. Expresiones tras las cuales, o junto a ellas, podemos colocar la barbaridad más mendaz sin que nadie altere un músculo de su gesto. Son, sin duda, las frases mamporreras, del tipo “según las encuestas”, “dicen los críticos”, “he visto en Internet”, “la ley dice”, “según las estadísticas”, “me han dicho”, “el otro día vi en la tele”…; lo que preceda, acompañe o siga a esas expresiones será indiferente, porque ya estará barnizado por la soberbia más recalcitrante con la que bañar la ignorancia de los demás, puesto que nunca se atreverán a rebatirlas.
Existen unas cuantas frases dotadas de la infalibilidad de las costumbres lingüísticas. Expresiones tras las cuales, o junto a ellas, podemos colocar la barbaridad más mendaz sin que nadie altere un músculo de su gesto. Son, sin duda, las frases mamporreras, del tipo “según las encuestas”, “dicen los críticos”, “he visto en Internet”, “la ley dice”, “según las estadísticas”, “me han dicho”, “el otro día vi en la tele”…; lo que preceda, acompañe o siga a esas expresiones será indiferente, porque ya estará barnizado por la soberbia más recalcitrante con la que bañar la ignorancia de los demás, puesto que nunca se atreverán a rebatirlas.