De repente, me doy cuenta de que después de que Sergio estallara en lágrimas hace un minuto porque su hermano le había deshecho una fila de objetos que le había llevado un rato montar, les estaba escuchando hablar, tranquilamente y sin gritos. A Sergio entre sollozos. A Marcos con voz calmada y cariñosa.
No puedo reprimir mi vena cotilla y me dirijo a la puerta de su habitación a ver si escucho de qué hablan, no si antes quitarme las zapatillas de estar en casa para no hacer ruido y que no me descubran...
Sergio está contándole a Marcos que no quería que le rompiera la fila porque no quería perder ningún muñeco ni ninguna ficha. Marcos le está diciendo a Sergio que no pasa nada, que si tratan las cosas con cariño, no se les va a perder nada y que él se está ayudando a montarla de nuevo.
No puedo evitar sonreír. Y envidiar un poco la relación tan especial y bonita que tienen y que van a tener toda su vida, uno con el otro.