Ya saben ustedes que hace dos años se otorgó a Barak Obama el Premio Nobel de la Paz. Mucho de nosotros, miserables donde los haya, calificamos este hecho como el primer Premio preventivo de la Paz, porque los méritos del muchacho estaban basados en las promesas de los discursos más que en las realidades.
El caso es que uno de los motivos que seguramente llevaron a los eméritos nórdicos a otorgarle el premio seguro que fue la promesa de cerrar esa canallada jurídica propia del medievo más horroroso llamado Guantánamo.
Pues parece que encontrar las llaves de las puertas de la mayor ignominia jurídica del siglo XXI tiene sus dificultades, porque el brillante premio preventivo de la paz ha dicho que donde dijo digo, dijo Diego y acaba de ordenar la reapertura de los tribunales militares.
Así que tranquilos, que cuando evaluemos la presidencia de Obama y repasemos los epic fail de Obama, más de uno va a desobamanizar su foto cagando leches, amén de reclamarle la devolución, al menos, del coste del papel del diploma.