Sucedió hace unas semanas, durante la defensa de un trabajo fin de carrera sobre un gen que podría dar tolerancia a sequía en plantas. Un miembro del tribunal, profesor de ingeniería forestal, preguntó si este gen serviría para hacer plantas transgénicas útiles en repoblación forestal. Lo sorprendente no es la pregunta en si, sino que fuera la segunda vez que la oía. La primera me la hicieron a mi en un curso de verano. Acababa de hablar sobre plantas transgénicas y tolerancia a salinidad. Concretamente me preguntaron si la transgénesis se podría aplicar en Posidonia oceánica para mejorar las praderas submarinas, y en este caso el que preguntaba es decano en una facultad de ciencias ambientales. La respuesta, la de mi alumno y la mía, en los dos casos fue similar. No.
La respuesta es negativa, pero no por que pueda ocasionar algún problema en el ecosistema o cualquier peligro para el medio ambiente. Si sueltas una vaca en la selva no me preocupa la selva, sino la vaca. Con una diferencia: Siendo generoso una vaca podría sobrevivir 15 minutos en la selva. Le da tiempo a comerse alguna planta en peligro de extinción, pero si tu sueltas una especie con un transgen, ni eso. Lo más probable es que sin ninguna presión selectiva, a las pocas generaciones el transgen sucumba bajo el irremisible yugo de la selección darwiniana, o que simplemente pase a formar parte de los billones de genes que encontramos en la biodiversidad del ecosistema, sin ninguna relevancia especial, es decir, en el más oscuro y vulgar de los anonimatos.
¿Tendremos bosques transgénicos en el futuro?
¿Por qué no utilizaría plantas transgénicas en repoblación? Las plantas transgénicas son una herramienta con un potencial increíble en agricultura, pero yo no utilizaría una llave inglesa para poner un clavo. En el laboratorio, la mayoría de las veces que transformamos una planta con un gen foráneo buscando una mejora el resultado es que no pasa nada. Así mueren cientos de proyectos. Simplemente las hipótesis no se cumplen. Hay otro cuello de botella importante. A veces conseguimos que las plantas en el entorno del laboratorio, con luz, temperatura y humedad constante funcionen como unas campeonas, pero cuando las sacamos al campo y las dejamos de mimar son un desastre. De todas los proyectos de mejora basados en plantas transgénicas bastantes han servido para conocer mejor la biología molecular de las plantas y han dado resultados en laboratorio, pero muy, muy pocos han funcionado en el campo. En la mayoría de los casos las previsiones no se han cumplido y la variedad transgénica ha funcionado igual que la original, sin ninguna mejora.
Hay que tener en cuenta que esto lo digo para plantas modelo como Arabidopsis thaliana o plantas agrícolas, que son plantas domesticadas de las que conocemos su fisiología al dedillo y que en algunos casos tenemos información sobre su biología molecular o tenemos el genoma secuenciado. Además estas plantas sabemos transformarlas, es decir que se conviertan en transgénicas aceptando un gen foráneo. A pesar que muchos defiendan la agricultura ecológica, los dos términos son contradictorios. En un campo cultivado no nos interesa ver como nuestro cultivo se interrelaciona con el ambiente, al contrario, queremos que el ambiente no interfiera con nuestra plantación para que esta consiga el mayor rendimiento posible. Con este fin utilizamos los insumos agrícolas, no por interés ecológico y del ecosistema, sino para todo lo contrario. Aun con estas aparentemente pocas variables, nuestras predicciones fallan con muchísima facilidad, y un proyecto maravilloso sobre el papel, o un gen que da una mejora en el laboratorio, acaba en nada cuando sale al campo.
Cultivo In Vitro de plantas transgénicas
Ahora volvemos a la repoblación forestal. Para empezar tenemos plantas que no están domesticadas y de crecimiento muy lento. Primera dificultad, hacer que acepten un gen foráneo. Ya tenemos una montaña que debemos escalar. Hoy por hoy tenemos árboles transgénicos, pero la mayoría son especies de interés industrial o agrario, como el chopo, el eucalipto o frutales. En definitiva, árboles que llevan tiempo domesticados. Luego habría que ver que tal funciona en el campo, o mejor dicho, en el bosque. Y aquí viene el muro hoy por hoy infranqueable. En un campo nos interesa solo una especie, en un bosque lo importante no es únicamente como funciona la especie que hemos introducido, sino su interrelación con otras especies para reconstituir el ecosistema. No hay cosa que le guste menos a un científico que no tener un mínimo de previsión de cómo va a salir el experimento. Si con una sola especie la mayoría de las predicciones que hacemos en el laboratorio fallan, cuando tenemos que considerar las interrelaciones con otras especies el asunto toma una complejidad que es imposible de reproducir en el laboratorio. No solo estaríamos utilizando una llave inglesa para clavar un clavo, sino que además estamos a oscuras. El tiempo y el dinero son dos bienes muy escasos en investigación, por lo tanto, no vale la pena malgastarlos en algo que tiene pocos visos de dar resultados positivos.
¿Eso implica que la biología molecular no puede ayudar en repoblación o en temas de medio ambiente? No tan rápido. El principal factor limitante en temas de repoblación es el tiempo. A veces si no has elegido la especie adecuada y que se adapte mejor a las condiciones presentes, o a las futuras, la repoblación fracasa. Lo malo en que necesitas 10 o 20 años para darte cuenta. Los biólogos moleculares solemos tener menos paciencia que la gente de forestales y medio ambiente y ya nos cuesta asimilar que una planta modelo como Arabidopsis necesite tres meses para una generación. En cambio podemos utilizar herramientas de genómica y proteómica para ver que genes o proteínas correlacionan con especies o incluso individuos que se adaptan mejor a la sequía, a las altas temperaturas o al suelo de la zona. Eso permite que antes de empezar la repoblación podemos estudiar la expresión de estos genes o proteínas y hacer una estimación de cual va a adaptarse mejor. De esa forma ahorramos un tiempo valiosísimo y aumentamos las posibilidades de éxito. No, si al final va a resultar que no somos tan malos.