Fecha: 8 Mayo 2015Con un recorrido total de 44.3km y un desnivel acumulado de 4890m, esta modalidad requiere una condicion fisica especial, ya que hemos de tener en cuenta la última parte del recorrido, que desciende de forma vertiginosa dese el punto más alto de la isla, el Roque de Los Muchachos (2426m) hasta el nivel del mart, con lo que conlleva un nivel fisico y de entrenamiento previo de los participantes.
Crónica de una guerreraCuando vi por primera vez los videos promocionales de la Transvulcania 2013 me enamoré, tenía que conseguir estar preparada para ese reto.
Así que tras año y poco corriendo y muchos kilómetros en las piernas, decidí inscribirme. Sabía que sola no iba a poder conseguirlo, necesitaba alguien que me orientase y me ayudase. Solo corriendo y nadando no iba a mejorar tanto como para poder ser finisher de una carrera así.
Y tuve muchísima suerte!! Coincidió que en facebook vi un anuncio para entrenar gratuitamente con EntrenaTrailGC. No me lo pensé y me apunté.
Ese día conocí a Samuel y a Abel :D . Me enganché a ellos enseguida, ví como el proyecto crecía y daba paso a RunHábitat.
Llegado el momento le planteé mis espectativas a Samuel, y las metas que me había propuesto para el 2015 . Desde el minuto 1 tuve todo su apoyo, recuerdo lo que me dijo…. “Lore, esto se va a poner serio y, probablemente no vas a disfrutar tanto con los entrenos”. Yo le contesté que estaba dispuesta, pero que no olvidase que sólo quería ser finisher.
Soy consciente de mis limitaciones físicas, me costó mucho trabajo volver a andar con normalidad dejando atrás las rodilleras y muletas. 3 años de: “NO VOLVERÁS A ANDAR CON NORMALIDAD, CORRER NI LO SUEÑES Y NADAR…. BUENO… SI ES SUAVE SÍ”.
Siempre voy con mucho miedo en las bajadas o tramos muy técnicos, no quiero volver a pasar por ese calvario.
Hoy por hoy sigo bajando con mucho miedo, pero se va notando el entreno en las piernas y bajo con algo más de seguridad y soltura. ¡Gracias Samu!
También quiero agradecer la suerte que tuve cuando Fisior Fisioterapia entró en mi vida, también fue un casual que nos ayudó a Ana Panahi y a mí a salir adelante. ¡Gracias!
Y, como no, nunca olvidaré esa imagen y logo de Guerreras Running que tanto me gustó y que, sin darme cuenta, me ha llevado a ser la capitana en Canarias. Es muy bonito ver como sin buscar a nadie, nos hemos ido uniendo poco a poco. Cada una con su historia de superación, ninguna lo ha tenido fácil y, sin embargo, luchamos siempre porque nunca corremos solas, siempre podemos contar con el apoyo de las demás. Gracias Anita por darme la oportunidad de formar parte de esta gran FAMILIA llamada GUERRERAS RUNNING. En la Transvulcania noté, más que nunca, que las Guerreras Running No corremos solas. Gracias por vuestra energía.
De la misma forma he ido conociendo a muchas personas que han sido decisivas y que son tantas que no me atrevo a nombrar por miedo a olvidar a algun@. Como bien dice mi amiga Ana Panahi ell@s saben quienes son.
Mi camino a la Transvulcania
El jueves viajaba por la tarde en avión, pero antes tenía que solucionar muchos detalles, al final un cúmulo de problemas evita que pueda salir de las Palmas con el vendaje que siempre me pone mi fisio. Y, para rematar, se me adelanta el periodo (con lo mal que me sienta). Siempre tengo un bajón físico cuando tengo la regla, pero decido no comerme la cabeza. Estoy concentrada y tal y como me dicen mis compis de equipo Makani, seguramente se me cortará en carrera. (Lamentablemente no será así)
El vuelo de ida a La Palma pasaba volando entre charlas, risas, nervios y mucho buen rollo. Se respiraba Transvulcania en todas partes. Casi todo el avión iba cargado de corredor@s.
Nada más llegar al apartamento veo el arco de meta que ya estaba montado, estoba alojada a pocos metros. Y de rrepente noto la primera punzada en el estómago de emoción y nervios. Hago unas fotos mientras atardece…. Quiero cruzar ese arco, voy a cruzar ese arco me repito una y otra vez….
Por la noche casi no pude descansar y tengo molestias en los ovarios, me levanto de madrugada y salgo a caminar un poco. El mar estaba bastante revuelto y las olas llegaban hasta el paseo. La sensación era espectacular.
Ufffff. ¡Nerviosssss! Recogiendo los dorsales coincido con muchísima gente. Mucha emoción, buenos deseos…. El tiempo vuela. Y allí entre dorsales coincido con otra Guerrera Running (Mary Roca Soler) ¡Que Ilusión!. Me encantó compartir nervios previos, abrazo y fotos. De esa feria me traje una pulsera de plata de la Transvulcania. No lo dudé, para mí :D . Me la puse ese día y no me la voy a volver a quitar….
Empieza lo bueno
Tic Tac. Los primeros en dejar en apartamento fueron los compañeros de la Ultra. No nos dijimos nada. Sólo con la mirada sobraban las palabras. Un fuerte abrazo y un beso sentido fueron suficientes junto al apretón de manos final. Con los pelos de punta me quedé. ¡Qué grandes son!
Después de esto ya no pude estarme quieta y pronto me levanté y desayuné mi avena con leche de soja, miel, café y un poco de gofio. La visita obligada al baño y ya estaba lista.
La espera no fue larga y, lo peor fue comprobar que no hacía frío y que la alerta por altas temperaturas seguía en vigor…. No iba a ser fácil lidiar con el calor a tanta altitud. Por suerte los días previos cuidé muchísimo la hidratación y mis compis Makanis igual. Nos obligamos a beber agua para llegar a tope de reservas.
Había tiempo de sobra, así que disfruté del paso de la cabeza de carrera de la Ultra mientras charlaba y compartía risas y nervios con muchos compañer@s y amig@s . El consejo más repetido fue, hidrátate muy bien, carga bien agua en los avituallamientos y tómatelo con calma. No olvides alimentarte cada poco y procura llegar con piernas al Roque de Los Muchachos porque la bajada tiene dos puntos muy complicados. ¡Qué razón tenían con la bajada! Tienes que estar allí para entender lo que te espera… ¡madre mía!.
Cuando me di cuenta apenas faltaban 20 minutos para la salida. Conecto mi ipod, troto por la zona y caliento un poco, paso el control de chip y 3, 2, 1 comienza la Transvulcania.
Tal y como me habían comentado, se levanta mucho polvo y la gente sale a toda velocidad. Yo regulo y procuro ir ajustando el ritmo poco a poco para no dejarme llevar. Tomo la decisión de subir caminando las cuestas aunque sepa que puedo subirlas trotando, prefiero ser cauta.
Pronto me pasan mis compis Makanis y yo sigo mirando mi gps para regular el tirmo. M obligo a bajarlo y, para lograrlo, me ajusto al ritmo de mi compi guerrera. Corremos los tramos más llanos y bastoneamos en las subidas. Me dice que siga adelante, que no la espere, y yo le contesto que es más divertido subir en buena compañía.
Disfruto de los toboganes y, cuando quiero darme cuenta, ya estoy en el avituallamiento de El Reventón. Allí vuelvo a reencontrarme con mis compañeras Makanis e intercambiamos palabras de ánimo mientras dejamos que los voluntarios se encarguen de todo.En nada tengo la mochila cargada a tope de agua, cojo frutos secos para el camino, me como un par de trozos de sandía y arranco con un par de trozos de naranjas a las que extraigo todo el zumo. Según el cartel quedan 12,4km hasta el siguiente avituallamiento. “Empieza lo bueno”Me digo a mí misma.
Sigo con mi planning. Mucho bastoneo y subir a ritmo constante pero no muy acelerado y dejarme llevar en las bajadas. De vez en cuando miro mi gps para saber NO la DISTANCIA, sino la ALTITUD (es lo que más me preocupa).
Voy subiendo cómoda, sin acelerones y no paro de adelantar a gente. Las sensaciones son muy buenas y los pequeños falsos llanos llegan en el momento justo en que mis piernas piden tregua. Sigo bebiendo a sorbitos y, cada poco, llevándome a la boca un puñadito de frutos secos. Llevo a rajatabla el control de tiempo para tomarme las sales, los geles y alimentarme. Todo va bien. La cabeza también.
Pronto llego a la cima de una loma donde veo que mucha gente se va hacia la derecha. No sé lo que hay ahí, según mi gps aún no he llegado al avituallamiento. Intento averiguar lo que hay, es una casa de piedra pero no veo señalización alguna de avituallamiento o agua. La gente empieza a empujarme y yo decido salir de ahí y continuar el camino.
Mientras avanzo empiezan a continuarse subidas y bajadas, me adelanta un grupo y, por los comentarios averiguo que en esa casa estaba el avituallamiento que retiraron este año y que había un grifo. Muchos aprovechan para refrescarse.
Oir eso me hace sentir mal durante un momento porque pienso… mmmm una remojadita no me habría sentado mal (ya el calor apretaba y mucho) pero inmediatamente retiro ese pensamiento. Ya lo dejé atrás, nada puedo hacer y, cuando llegué se estaba empezando a montar lío.
Mientras avanzo empiezan a continuarse subidas y bajadas. Algún compañero de la ultra me saluda y da ánimos, ¡qué bien sientan!. Pronto empiezo a ver corredores sentados al borde del camino cogiendo resuello. Al preguntar, la mayoría me dicen que sólo necesitan descansar….. parece que la altitud empieza a hacer de las suyas junto al calor intenso.
Miro el gps, ya falta poco para el avituallamiento. Y…. ¡oh! GRAN SORPRESA. Un grupo de palmeros nos ofrecen trozos de manzana recién pelada. ¡Riquísima!. Cojo dos trozos y doy las gracias MMMMMMMMMMMmmmmm ¡Qué bien me sientan!.
Sigo subiendo y, a lo lejos veo a mi compi Fany. Va echando pestes porque está aburrida de tanto subir jajajajaja ¡Cómo todos!. Subiendo empiezo a ver cada vez más gente a los lados del camino, vomitando, con golpes de calor, mareos o pidiendo agua porque ya no les queda.
Le doy agua a quien lo necesita, tampoco falta tanto para el avituallamiento (pienso) doy ánimos y continúo. Al poco me encuentro con David (Presi del Club Makani y Vulcan Canarias). Me ofrece un trago de agua fresca (la que llevo yo está tan caliente ya que cuesta beberla). Me mojo un poquito la cabeza sin desperdiciarla porque faltan Makanis por pasar por ese punto.Aprovecho y le pregunto por el avituallamiento y me dice que ¡TODAVÍA FALTA BASTANTE! ¡¿CÓMO!?
¡Pero sí según el cartel del avituallamiento del Reventón debería estar llegando!! Eso me preocupa, mi mochila va bastante ligera….
A medida que voy avanzando el cabreo general va en aumento, igual pasa con compañer@s que se van quedando en el camino. “¡¿Dónde está el PUTO avituallamiento!?. Esa pregunta retumba dentro de mi cabeza y se oye a cada poco.
Los palmeros que han subido a animarnos ya no saben qué contestarnos. Muchos nos intentan engañar, pero su cara les delata….. Intento animar a tod@ el que me encuentro, pero empiezo a ver caras que asustan… No paro de dar agua y sales… hasta que llega ese momento en el que vas a beber y… ya no queda NADA..
Fue una sensación HORRIBLE, empiezo a ponerme muy nerviosa, el pulso se me dispara y, decido ponerme la música, tirando de eso ordeno a mi cabeza a no pensar en que ya no me queda agua. Me autoconvenzo que después de la siguiente cuesta estará el avituallamiento y así supero una, dos tres… pierdo la cuenta… y cada vez que llego arriba y no veo nada mi ánimo se viene abajo y tengo que volver a recomponerme.
Durante una bajada (en la que ya no puedo correr) veo a un corredor que está sentado en una piedra, con muy mal color, lo animo y se levanta como un resorte, con tan mala suerte que se va hacie el lado donde hay una caida brutal. No sé cómo, pero los que estamos allí reaccionamos y tiramos de él para que no se despeñe. Del susto se me pasa el pajarón y quiere continuar…. Va zombie… gracias a otros corredores lo retenemos mientras llegan los servicios de mergencia y se lo llevan….
En las subidas a cada poco me paro, tengo la boca seca y bajo la nariz noto irritación. Cuando voy a hacer el gesto de secarme el sudor de la frente compruebo que ya no sudo y caigo en la cuenta que no he podido orinar desde que salí…. ¡MIERDA!. O hago algo o pronto sentiré náuseas y si vomito habrá acabado todo. Nooooooo noooooooo……. Voy zombie, me paro a cada poco. Gracias por esas palmadas y palabras de ánimo cada vez que me paraba. Cuando peor estoy comienzan a adelantarme amig@s que corren la ultra ¡gracias!. No tenéis ni idea de lo bien que me vino.
Hay tramos que no recuerdo, me esfuerzo por andar manteniendo el ritmo, me pesan los bastones. De repente alguien me ofrece un traguito de isotónica. Son voluntarios que están subiendo bebida desde el avituallamiento. Me perjuran que detrás de esa subida donde estoy ya tengo el avituallamiento. No les creo… bebo un trago y devuelvo una mirada de agradecimiento. Cuando llego arriba y levanto la mirada ¡Es cierto!. Vuelvo a notar que tengo fuerzas. Tiro para abajo y, casi sin avisar, entrando al avituallamiento, recibo un buen mangerazo de agua que me pareció helada (Seguro que no lo estaba, mi cuerpo debía estar ardiendo).
UFF! Del shock por la diferencia de temperatura de mi cuerpo y del agua casi me desmayo. Me preguntan si estoy bien. Digo que sí aunque veo un poco borroso. Llego a las mesas y veo la luecha que tienen los voluntarios porque la coca cola está muy caliente y se le sale toda cuando la sirven. Se desviven por ayudar. Dejo que me carguen el agua y bebo muy despacio. Intento comer y todo me da asco. Me obligo. Toco coca cola y chupo naranjas y consigo tragar un par de trozos de sandía. Me dan arcadas…. Consigo controlarlas.
Cuando miro la zona del hospitalito vea a mucha gente tirada en el suelo con los pies en alto y con suero. No dan abasto y oigo comentarios de que van justos de suero. Yo decido no sentarme. Me obligo a estar de pie por miedo a no poder volver a levantarme. Cuando consigo ver con claridad compruebo el gps… El avituallamiento estaba NO A 12,4KM sino a 17,6km. El calor es BRUTAL
No me entretengo mucho, ni siguiera me pongo a la sombra. Sólo me aparto a un lado y charlo con la gente que va llegando… en general vamos todos mal. Pero hay ganas de continuar.
Sobre nuestras cabezas no cesan de pasar helicópteros. Hay mucho movimiento. Oigo que han dejado agua en el Pico de La Nieve y los voluntarios están corriendo en sentido contrario con agua para ayudar a quienes se han ido quedando por el camino.
Al poco de arrancar creo que ya me encuentro mejor. Me encuentro con un grupo de voluntarios y me ofrecen agua, la acepto con gusto a pesar de que voy bien cargada. Charlo un poco con ellos y me ofrecen los prismáticos y veo como evacúan a alguien. Esos voluntarios me comentan que el helicóptero no da abasto, yo les contesto que no es de extrañar.
Un poco más adelante veo de nuevo a David. Me pregunta que cómo voy y le digo que voy… me da ánimos y continúo, ya sé que falta menos para llegar al Roque de Los Muchachos. No miro los kms (visto lo visto) me centro en el altímetro.
En la última subida hacie el Roquehay gente animando desde arriba, en ese momento me adelanta un buen amigo y, gracias a que me nombra, me devuelve a la realidad. Me dedica unas palabras y, con esas palabras aún recientes en mi cabeza, consigo llegar.Nada más entrar tiro toda el agua caliente que llevo y cargo a tope de nuevo, quiero comer pero ya no puedo y no quiero arriesgarme a vomitar. Sólo me entra coca cola. Bebo un par de vasos despacito y consigo comer un poco de sandía. Vuelvo a tener arcadas, así que desisto. Cojo hielo y me refresco la cabeza. Me digo a mí misma…. Bueno…. Es lo que hay. Pues refréscate y a seguir. Pero llegar vas a LLEGAR. #SoyGuerreraq
Salgo fuera y me paro apoyada en los bastones, sigo sin sentarme aunque la tentación es muy grande. Ahí veo a un compañero vomitando, no tiene buena pinta. Me acerco y lo animo, sé que es fuerte. Le doy mi hielo a quien le acompaña para que lo refresque y le digo que le traiga agua para que la bilis no le queme la garganta. También le remojamos la cabeza. Me despido con un “en un ratito me adelantas” y empiezo la bajada que me lleva a la carretera.
El tramo de asfalto es para trotarlo y veo que me cuesta mucho trabajo y se me revuelve más el estómago. Decido andar y cuando llego a los tramos de tierra troto. Veo a muchos corredores que se dan la vuelta, no pueden continuar, muchos van muy acalambrados… A continuación toca pasar por subidas y bajadas que no son nada técnicas y se pueden correr. Dejo que mis piernas me lleven. Veo a mucha gente que se para en las bajadas… no pueden bajar…
Al poco me adelante el chico que había dejado atrás en el Roque, va bastante bien y me alegro por él. Yo a ratitos voy en piloto automático (no recuerdo nada) y la gente que me conoce y me adelante me devuelve a la realidad con sus saludos, ánimos y ¿todo bien?
Hasta que llego a un tramo antes de la Torre del Time en la que ya veo que no puedo bajar. Algo pasa y decido quitarme la música. No me vengo abajo, simplemente me repito a mí misma ¡no puedes más, no pasa nada! Pues se camina. El objetivo es llegar ¿no? Y tú te ves llegando ¿verdad Lore? Pues palante. Y comienzo a caminar como puedo en aquel terreno sobre el que otros vuelan. No importe, sólo quiero llegar.
A poca distancia del avituallamiento de la Torre del Time me encuentro al chico que dejé en el roque y me adelantó. Está junto a un compañero de equipo en el suelo. Le pregunto cómo está su compi porque veo que está tapado con la manta térmica y con los ojos cerrados. Le digo una chorrada para que se ría y apenas reacciona. No tiene fuerzas ni para abrir los ojos. Él está cansado y prefuere quedarse con su compañero. Continúo y le comento que en cuanto vea a alguien de la organización daré aviso. Lo cierto es que no tuve que andar mucho. Dos curvas más abajo encontré a alguien. Le digo que suba un poco más. Me comenta que no han parado de recoger a gente. Le doy las gracias y prosigo. ¡Al fin veo la torre!Z, Cuando llego y piso la alfombra pido que me mojen la cabeza, ufffffff
En ese momento las rodillas casi se me doblan y consigo agarranme al bidón del agua. Camino como puedo hacia las mesas del avituallamiento. No puedo comer, así que cambio el agua que me queda y bebo a sorbitos coca cola. No me detengo.
Ya saliendo veo un 4x4 y pido permiso para intentar orinar escondida ahí. Lo intento pero no puedo… veo algo de sangre y, compruebo al bajarme los pantalones que tengo rozaduras. Como puedo me acomodo el pantalón y continúo. No pasa nada(me repito). Hay que seguir…
Cada vez tengo más náuseas. Así que decido jugármelo y me meto en la boca medio sandwich que me queda de nutella. Mastico con miedo y, acompañándolo de mucha agua lo trago y… vaya… sigo con molestias pero no me dan arcadas y baja la intensidad de las ganas de vomitar.
Me acuerdo de todo lo que me han hablado de la bajada que venía ahora….. ¡Joder!. Menos mal que, al menos sabía que esos tramos no serían eternos (aunque me lo parecieron). Piso como puedo y avanzo como un caracol.
Cuando más impotencia siento es al enlazar los tramos de asfalto en bajada, intento correr, pero la pendiente no me deja, siento que las rodillas me van a reventar (cómo eché de menos mi vendaje de Fisior!!). Procuro bajar de lado, hacia atrás (casi me mato), haciendo esos… sólo me falta intentar bajar haciendo el pino jajajaja. Empiezo a reirme de nuevo y, durante uno de esos ataques de risa recio un codazo cariñoso. Un compañero se engancha conmigo y pasamos juntos el calvario ¡gracias!
Llegamos a un tramo de escaleras y, de repente recibimos un fogonazo. No había fotógrafo, pero dejaron montado el sistema para que saltase el flash y se hiciese foto. Me encantaría dar con esa foto, debíamos tener una cara ahí de las que asustan.
Muchos momentos se suceden y, escribiendo la crónica, soy incapaz de ordenarlos porque tengo lagunas. Lo que sí diré que entre la Torre del Time y el inicio de la bajada a Tazacorte pude sentir y palpar el cariño y entrega del pueblo palmero. También de los voluntarios que se desvivían por llegar rápido a cada aviso.. GRACIAS ISLA DE LA PALMA.
Recuerdo ese grupo de corredores que me adelantaron en un tramo de bajada y me vieron parada. Su reacción fuer preguntarme ¿Qué tal? Y yo contesté con tono gracioso Aquí ando, mirando el paisaje. Jajajajajaja Casi les da algo del ataque de risa que les dio.
También ese amigo que al verme sentada al borde del camino pensó que no iba a seguir y le contesté, sólo quise sacarme una piedra del zapato pero casi me da un calambre que me quedo tiesa, así que la piedra llega conmigo a Tazacorte jajajajajaja. Y su cara de ahhhhhh, ya me extrañaba a mí verte sentada jajajaja ¡qué cabrón! Le dije. Nos abrazamos y pronto le perdí de vista en la bajada.
También el señor de la manquera que me dio un sorbito de cerveza y que, con mucho humor, me dijo que no le quedaba Tropical jajajajaja ¡TREMENDO! También cuando me crucé con Irina que iba saltando feliz de piedra en piedra y bajando muy suelta. Ese beso y abrazo sincero me dieron mucho fuerza. Y ¡cómo no! El señor con la garafa de vino palmero ofreciéndonos un trago jajajaja. Le grité a Irina que me salvara. Ahí tuve que correr para evitar tener que bebérmelo. Y esa familia con su mesa, sobrilla y cervecitas que me ofrecieron otro trago de cerveza ;)
Muchos momentos que no voy a olvidar.
Cuando llego al inicio de la bajada a la Playa de Tazacorte ya vuelvo a estar sola y no puedo evitar romper a llorar de la emoción de verme cruzando meta. Sigo mirando el altímetro de manera obsesiva… ¡lo que cuesta bajar un metro!. Aprovecho para ajustarme la mochila y… ¡HORROR! Tengo llagas en la espalda. Suelto la mochila con mucho cuidado, sólo la aprieto más contra mi cuerpo para no hacerme más daño…. Ufffff.
Miro el horizonte y creo que voy a llegar con luz abajo, pero no, de repente cae la noche. Me agacho y con la poca luz que quedaba consigo ponerme mi frontal. Continúo la marchca rodeada de silencio.Me dejo envolver por él y, cuando más concentrada estoy, me adelanta un chico com una exhalación. La bajada es sinuosa y observo que se para un par de curvas más abajo y llama a alguien a gritos.
“¡Vengaaaaa aprieta que no llegamos al corte!” grita y tras de mí oigo a otro chico cagándose en todo “¡Joder, vas a conseguir que me caiga que este frontal es una puta mierda y no veo una mierda!”
Cuando llega a mi algura se tropieza e increpa a su compañero. Ciertamente el frontal no ayuda, apenas ilumina una pequeña zona del suelo. La bajada es complicada y con esa luz el riesgo de caída es del 100%. Le echo una mano y, con mi frontal, lo ilumino hasta que llega a la altura de su compañero. Mientras lo hace le digo al estilo canario “Chaaaaacho, ¿dónde compraste ese frontal? ¿el el chino?”
Mucha gente e había hablado del ambientazo en esa bajada, de que oiría música y animación. Que eso me ayudaría a bajar en volandas. No fue así… normal… ya habían pasado casi 12 horas… Sólo hay silencia, la oscuridad rota por la luz de mi frontal y el ruido de pasos que se alejan… me siento triste, pero no dejo que esa sensación me embargue. Viejé para cruzar esa meta, entrené mucho para estar preparada y LO IBA A LOGRAR…
Y SIIIIIIIIII, al fin piso el paseo. Quiero correr sin los bastones esa recta de meta, pero no puedo. ¡No importa! Troto. Giro esa última curva y veo el arco de meta, las vallas, la alfombra. La luz es tenue, un par de bañistas se acercan y me chocan la mano. A la izquierda tres niños corren a toda velocidad para lograr lo mismo, casi me paro para que les diese tiempo a chocarme la mano… Recibo otro fogonazo de flash.
Casi alcanzo a otro chico que va a cruzar meta. Mira hacia atrás (quizá pensando que iba a adelantarlo). No lo hago, bajo el ritmo y le dejo cruzar solo. Luego cruzo yo.
Nadie me pone una medalla al cuello ni me anima ni felicita. Todos están atareados en los avituallamientos. Miro lo que hay y sigo sin poder comer. Bebo un vaso de isotónica y cojo uno de coca-cola. Miro al cielo y al arco. Me paro junto él y lo toco mientras, sollozando me repito ¡lo logré!
Y pasito a pasito me voy alejando en dirección al apartamento. Los voluntarios se percatan y se acerca uno corriendo para decirme que por ahí no es, que tengo que seguir hasta los Llanos de Aridane. Entonces esbozo una sonrisa y le muestro el dorsal que llevaba bajo la riñonera. Su reacción fue: ¡ÑOS, eres de la maratón! ¡¿Y llegas ahora?! Y yo le contesto medio riéndome, medio llorando ¡¿Y qué quieres que le haga?!
Me pide el chip y yo aprovecho para preguntarle por la medalla… se hace el silencio. Y con los ojos llenos de lágrimas intenta justificarse comentándome que ya se han ido todos y que todo está en los Llanos. Que hace horas que se fueron y que muchos corredores se habían quedado sin ella. Yo le digo que no importa y me marcho, llorando en silencio y repitiéndome que no importaba, que era normal…..
Cruzo las terrazas donde la gente está muy animada y tengo suerte porque el portal de los apartamentos donde me quedo está abierta. Subo como puedo y, cuando llego me derrumbo….. lo que pasó después es otra historia.
Esta es mi historia, mi Transvulcania, lo que yo viví y sentí. Ahora más que nunca siento la guerrera que llevo dentro.
Escrito por Lorena Komekun. Capitana de Guerreras Running Canarias, puedes seguirla en Facebook