Jaume Sastre suspendió el lunes pasado la huelga de hambre iniciada hace 40 días en La Casa Llarga. Físicamente agotado, con 20 kilos de menos y con una lucide y ánimo admirables, escuchó el consejo de los médicos que le han seguido de cerca a lo largo de estas semanas tras haber dado “una lección de dignidad”. Su bajo nivel de azúcar, el disparo del ácido úrico y las elevadas pulsaciones en reposo así como cierta arritmia, decidieron su cambio. Sus portavoces, Biel Majoral y Jaume Santandreu, explican que lo primero que probó fue un caldo de verdurascon un poco de pastas, prunas y media manzana. “Los próximos días –explica Jaume Santandreu– seguirá en la misma habitacióny continuará recibiendo visitas que recibirá en función de su estado físico. Pese a que las fuerzas le flaqueaban en los últimos días, no perdió en ningún momento la lucidez, estando en todo momento consciente de que lo hacía”.
La huelga de hambrede este profesor de IES en Llucmajor (Mallorca), tenía un objetivo muy concreto: que José RamónBauzá, presidente del Gobierno de las Islas Baleares, se sentase a negociar y a dialogar con él y con lala comunidad educativa,especialmente, con la Asamblea de Docentes. Pero el Ejecutivo repitió una y otra vez que no pensaba cambiar sus planes y, en ningún caso, inició ni un solo paso para desactivar la protesta. “Anunciamos que suspender la huelga de hambre no es sinónimo de parar nada –exclama Bien Majoral en una rueda de prensa–. A lo largo de estos cuarenta días se han analizado y valorado muchas propuestas para incrementar la lucha con nuevas acciones que se harán efectivasen el próximo cureso escolar. Porque el conflicto se ha hecho más crónico”.El balance general de la huelga fue positivo.”A diferencia de lo que dijo el Gobierno –contestan sus representantes–, no ha sido ningun chantaje. Aquí hemos tenido las puertas abiertas para todos y el Gobierno se ha retratado solo, sin hacer caso de una petición tan sencilla como es el diálogo. “De hecho –expresa Santandreu–, las muestras de solidaridad recibidas contrastan con el silencio que el presidente del Govern, José Ramón Bauzá, ha mantenido a lo largo de los cuarenta días en relación con Sastre, dejando a su portavoz, Nuria Riera, las apelaciones a la “prudencia. Una de las cosas “más fuertes” de esta huelga ha sido descubrir que si hubiera dependido de Bauzá, Sastre hubiera muerto. Para evitarlo, bastaba con que el president hubiera cogido el teléfono o que hubiera enviado a su chófer, algo que no hizo.