Tras el acoso del régimen, taxistas privados en La Habana buscan otras opciones

Publicado el 14 noviembre 2018 por Tablazo Tablazo Cubanoti @tablazocom

Dentro de un garaje con tejas acanaladas de aluminio un Impala que huele a pintura fresca y un imponente Ford Mercury de 1957 esperan porque sus motores sean reconstruidos. Al dueño de la factoría le llaman el mago.

Es un hombre tostado por el Sol que frisa los 70 años, pero aparenta 15 menos. Pasó de ser un anodino ingeniero mecánico que laboraba ocho horas en una empresa estatal y devengaba un salario mensual equivalente a 25 dólares, a fundar junto a otros socios un taller para reparar vehículos particulares.

"Aquí reparamos desde viejos autos americanos y de la era soviética hasta carros modernos. Hacemos de todo. Chapistería, pintura, electricidad, poner motores nuevos, reconvertir un coche techado en uno descapotable e instalamos aires acondicionados", dice el mago.

El taller cuenta con tornos de última generación, equipos mecanizados y un par de ordenadores para calibrar el trabajo. Sus operarios tienen a mano un amplio stock de herramientas y en un mes pueden ganar entre 400 y 500 cuc, el equivalente a unos 400 o 500 dólares.

Voces

Sin embargo, este próspero negocio vive en un limbo jurídico. "A pesar de que mecánicos como nosotros mantenemos rodando alrededor de 12.000 autos de fabricación estadounidense y una cifra similar de los construidos en la antigua URSS, no tenemos un marco legal requerido", explicó.

Y añadió: "El Estado autoriza la licencia de mecánico particular, pero poseer un taller con todos los parámetros requeridos solo les es permitido a las cooperativas de transporte que ellos autorizan. Aunque por ahora se hace los de la vista gorda, cuando ellos deseen, pueden cerrar el negocio alegando ilegalidades".

Michel, un taxista particular, con ocho años de trabajo en La Habana, espera fumando bajo un frondoso framboyán frente al taller para recoger su vehículo.

"Dos meses atrás yo boteaba (conducir) por varias rutas habaneras. Debido a la crisis del transporte urbano, de la cual es culpable el gobierno, un taxista gane no menos de 500 pesos diarios (22 dólares). Pero tiene que estar arriba del almendrón (auto antiguo) 12 o 13 horas cada día, conduciendo por calles desbaratadas que provocan roturas en el auto y pinchazos en los neumáticos. Y jugándole cabeza a los inspectores y policías corruptos, y tienes que 'salvarlos' (entregarles) 20 chavitos (cuc) de comisión para que te dejen tranquilo", confiesa Michel.

A esto, añade: "Se trabaja con tremenda presión. Entonces me decidí a invertir un dinero que tenía ahorrado en reconvertir el carro en un convertible y alquilarlo a turistas. En dos horas dando vueltas por la capital te buscas 40 o 50 cuc sin tantos problemas. Casi ningún taxista particular está de acuerdo con las nuevas medidas dictadas por el gobierno, de trabajar en una cooperativa de transporte. Ellos quieren controlar tus ganancias y los choferes dudan que el Estado cumpla su parte en la venta de combustible a dos pesos en moneda nacional y te garantice piezas de repuesto con un veinte por cientos de rebaja. Si algo se ha demostrado en 60 años de revolución (régimen dictatorial), es que son unos mentirosos".

Diana, inspectora de transporte, considera que "las nuevas medidas regulatorias son para fijar los precios por cada carrera e insertar a los privados en cooperativas. Creo que ambas parte salimos ganando. Son medidas solo para ordenar el trabajo privado, pues los taxistas particulares quieren subir los precios de las carreras sin justificación alguna".

Luis Carlos, empleado de un hotel de lujo, señala que "en esta guerra entre los taxistas privados y el Estado el perjudicado ha sido el pueblo. Cada vez es más difícil coger un taxi. Han creado cooperativas de taxis, pero no dan abasto. Es un problema de oferta y demanda. Si hubiera un buen servicio de transporte público, los taxistas no subirían los precios de las carreras. Pero es un hábito del gobierno traspasar la culpa de los problema a otros".

Perspectivas

DIARIO LAS AMÉRICAS recogió impresiones del servicio de taxis en La Habana entre 10 personas. Ocho lo calificaron de pésimo y dos de regular. Según los encuestados, además de una subida de la tarifa en horario nocturno y acortar los tramos de carreras, es evidente que el número de taxis en la ciudad ha disminuido.

Mientras conduce un jeep Willy por la Calzada del Cerro, Gregogy comenta que "después del 8 de octubre, cuando comenzó en La Habana un experimento estatal para regular a los taxistas privados, muchos de nosotros hemos optado por botear (alquilar) carreras específicas acordadas con el cliente de antemano o adquirir una nueva licencia para trabajar con el turismo extranjero. Muy pocos están de acuerdo con esas medidas gubernamentales. A mí lo que me jode es que piensan que la gente boteando se hace rica. El dinero que se gana te permite vivir con cierto desahogo, pero hasta ahí. Simplemente al gobierno no le gusta el trabajo privado".

La opinión generalizada de la gente en la calle es que las autoridades, al intentar ordenar el transporte público, tanto estatal como privado, lo que ha hecho es agudizar aún más la crisis en el servicio de ómnibus urbanos y taxis estatales o particulares. "Los taxis del Estado son fantasmas. Los cubataxis han pasado a la modalidad de arrendados y ahora una carrera que costaba 5 cuc cuesta el doble o el triple. Con las nuevas medidas nada han resuelto, al contrario han empeorado la situación", señala Julia, maestra de preuniversitario.

Algunos taxistas particulares manifiestan sentirse acosados por el gobierno. "En los exámenes técnicos se han vuelto más exigentes. Saben que la mayoría de las renovaciones se hacen con piezas importadas por la izquierda o robadas en almacenes estatales. También tenemos que soportar una competencia desleal. Por ejemplo, en el Aeropuerto Internacional José Martí, solo dejan botear a los taxis estatales y arrendados", apunta Ramiro, taxista privado.

Trasladarse de la Calzada de Octubre en La Víbora a la Calle 23 en El Vedado, tramo que demora veinte minutos en auto, se puede extender a dos horas debido al caótico servicio de ómnibus públicos y la escasez de taxis privados. Y lo peor es que no se vislumbra una solución a corto plazo.