Publica El País que tres sanitarios han sido asesinados en Pakistán mientras vacunaban contra la polio. La noticia no es prolija en detalles. El hecho es una barbaridad, algo lamentable e injustificable. ¿Las causas? Desconocidas pero hay que tener en cuenta que el Gobierno de Estados Unidos mató a Bin Laden y como comentan el médico Juan Gérvas y Mercedes Pérez, también médico y mujer del primero, en su libro Sano y salvo (y libre de intervenciones médicas innecesarias) (p. 126), eso agravó el problema.
La poliomielitis ha sido prácticamente erradicada de India. La importancia de la erradicación en dicho país reside en que hasta la fecha era considerado el epicentro mundial de la polio. Pero el vecino Pakistán tiene otras circunstancias geopolíticas y ello tiene que ver en que allí la polio tenga un “bastión” y lo que es peor, como veremos más abajo, la exporte.
En el citado libro podemos leer:
Justo en Pakistan el problema es complejo y sin ‘comprender’ a los asesinos conviene saber que el asunto tiene aspectos culturales y políticos muy importantes. Así, existe oposición ideológica y religiosa a la vacuna contra la poliomielitis en los países donde es endémica y se difunden bulos acerca de su uso para cumplir planes maquiavélicos de EE.UU. o reacciones adversas como la impotencia sexual. Lideran la oposición los islamistas y sobre todo los talibán.
La situación se complicó por la cooperación con la CIA, la agencia estadounidense, de un médico de salud pública pakistaní en la
operación que llevó al asesinato de Osama ben Laden en 2011. En esa ocasión el médico cambió su actividad normal en la campaña de vacunación oral contra la poliomielitis por una falsa campaña de vacunación contra la hepatitis B, en el pueblo donde los espías de la CIA sospechaban que estaba refugiado el terrorista. El médico pudo conseguir muestras para el análisis de ADN que confirmó la presencia de la familia de Osama ben Laden, lo que llevó a su asesinato por fuerzas armadas de EE.UU. El médico fue detenido y juzgado, pese a que el Gobierno de Obama, reclamó su extradición (y confirmaron su colaboración con la CIA)”.
El suceso dio alas a los talibán y redobló los problemas para la aceptación de la vacuna de la poliomielitis. Este ejemplo demuestra la interacción entre política, religión y vacunas, que complica el ya enrevesado panorama del impacto de la vacuna de la poliomielitis en la ecología de los virus.
Hasta hace bien poco una persona contraía el virus en la India y, desarrollada o no la enfermedad, viajaba a otro país e infectaba a un tercero, que a su vez la expandía en una zona de baja vacunación. Ahora eso está ocurriendo desde Pakistán. Sin que podamos afirmar que existe una epidemia de polio en el país asiático, se ha publicado que es uno de los lugares del mundo con más casos de poliomielitis.
¿Valió la pena el asesinato de Osama ben Laden -que es lo que fue, una ejecución sumaria- a costa de disminuir todavía más el crédito de las campañas de vacunación contra la polio? Los casos de poliomielitis han aumentado en Pakistán en 2013 por el tipo 1 de virus salvaje, WPV1. Esa cepa puede seguirse hasta los desagües de El Cairo (Egipto) en 2012, en todo Israel y en Palestina (en agosto de 2013) y también en Siria, donde causó un brote de poliomielitis en octubre de 2013.
Un dato más para la polémica. La vacuna oral conlleva la deriva y mutación de los propios virus vacunales orales y se generan los “poliovirus circulantes de origen vacunal” que la Organización Mundial de la Salud (OMS) atribuye a fallos o bajos niveles de vacunación.
La violencia organizada, la guerra, el terrorismo de Estado, tienen consecuencias sanitarias como el traslado de los virus de un espacio a otro. Así, lo que ocurre en Siria pone en “peligro de polio” también a Europa y la situación con Pakistán es similar.