Puntualidad británica, protocolo obliga, en "el concierto de Los Premios" presidido por el Rey Felipe VI que comenzó con todos los intérpretes en el escenario escuchando el "Himno Nacional" llevado por el Maestro Conti con marcialidad y contención en su debut en este concierto previo al viernes de la ceremonia de los Premios, antes de comenzar la Misa "del Gloria" para un público no habitual que aplaudió al finalizar el segundo de los cinco números, puede que por el ímpetu mostrado en él. Y es que tras el ensayo del día anterior donde ya había unos tiempos extremos y dinámicas contrapuestas en busca de la mayor expresividad, este jueves "a la gloria", que resulta principal no ya por el título, se llegó volando más que planeando.
Del concierto me quedo dentro del extenso y variado Gloria con su "Laudamus te" más el "Domine deus" homofónicos y matizados por coro y orquesta, verdadero remanso tras el vértigo, elevado a placer con David Menéndez del "Qui tolis" poderoso, medido y cantado con el sentimiento y fraseo necesarios, así como el Allegro fugado por la dificultad del aire elegido por Conti para voces e instrumentistas que respondieron al stress "Cum sancto spiritu".
Con el Sanctus y Benedictus ya alcanzamos "Pleni sunt coeli et terra", nueva lección del barítono asturiano sobreponiéndose sin problemas a una orquesta en su plano tras aparición regia y comentarios conyugales en el palco, y un "Hosanna" convincente (supongo que sin segundas intenciones). Quedaba el dúo final de los solistas, empastados, unísono antes del último paseo "miserere nobis" no tan impactante como el gloria aunque se buscase la misma desde el final recogido bien marcado por el director italiano.