Tras la huella de Julio Cortazar en Paris

Publicado el 22 junio 2012 por Poli @FIPoli27

Foto: Federico Poli

Es extraño estar tres días en París y visitar el edificio donde vivió Julio Cortázar. Porque, además, para eso tuve que cruzar la ciudad de una punta a la otra. 4, rue Martel, 10e Arr. Cerca del Canal Saint Martín, me indico Juan, que hace no mucho escribió una crónica estupenda de sus encuentros de exilio con Cortázar, justamente en ese departamento (que en este blog hemos linkeado). 

Foto: Federico Poli


Caminé desde la Plaza de la República por la rue de Chateau d'eau y cuando pase la rue du Fauborg Saint Martin, la calle se llenó de negros. Estaban colmando las veredas, las calles, no sé de dónde salían. De repente, como si hubieran emergido de otro lado, aparecieron muchas peluquerías y bares llenos de negros y negras que se rapaban la cabeza o tomaban algo, y entraban y salían, con sus colgantes, sus oros, sus cadenas, sus aros, sus ropas de colores chillones. Yo seguí caminando tranquilo porque vi que otros blancos también lo hacían. Pero por un instante no pude dejar de recordar la vez que con tres amigos, hace ya muchísimos años, cruzamos, cargados de bolsas de compras, la zona divisoria del Harlem y nos encontramos en un bar en el que solo había gente de color. Y nos pusimos paranoicos cuando observamos que nos miraban extraño. 

Foto: Federico Poli


Volviendo a París, hice dos cuadras y me topé con la rue Martel que es una calle corta. Y ahí vi la placa que recuerda a don Julio. Logré entrar y con mi viejo móvil, nada de teléfono inteligente, empecé a sacar fotos al interior de ese complejo de tres bloques con dos cuerpos. 



Algunos, en especial los de la planta baja, no parecen departamentos residenciales sinos espacios de trabajo. Los pisos de arriba sí tienen pinta de viviendas. Debía ser en uno de esos que vivió don Julio, alguno de los que dan al patio interno por el que se ingresa, a los que iluminaba una ráfaga de sol. 

Foto: Federico Poli


Foto: Federico Poli

 Entré al hall de uno de los cuerpos del edificio, poca luz había, y vi el ascensor antiguo y las escaleras de madera.

Foto: Federico Poli

Me lo imaginé a Don Julio escribiendo en uno de los departamentos de lo alto, por la noche silenciosa, a la luz de un velador y algo de música de Bird o Dizzy Gillespie. O muy temprano cuando empieza a despertar el día. 

Foto: Federico Poli


Foto: Federico Poli

 Cuando salí vi el bar de enfrente que estaban abriendo y fue claro que don Julio saludaría al mozo y se sentaría en ese, o el que hubiera en aquella época, tal vez uno en la esquina, a escribir o a leer algo. 

Foto: Federico Poli

Caminé unas cuantas cuadras más y me encontré en el Boulevard Saint Denis donde se pueden ver muchas putas orientales, sí putas con los ojos rasgados. Está lleno de mujeres con su carterita esperando en las esquinas, a plena luz del día. Todas orientales. Antes negros, ahora amarillos, a muy pocas cuadras de distancia. Por un momento pensé que todo eso era el efecto sobre Paris de un cuento fantástico de Don Julio.

Foto: Federico Poli

Me tomé el metro de vuelta a mi hotel y no pude dejar de recordar aquel gran cuento en el que el protagonista, que está en un vagón de metro, empieza a mirar a una chica guapa sentada cerca y juega a que si se baja en tal estación, él la debe seguir y decirle algo; si, en cambio, se baja en tal otra, dejarla pasar (si no era exactamente ese el juego, era muy parecido, pero seguramente tenía más complejidades). 
El problema fue que cuando, a mi, se me ocurrió empezar a jugarlo, ya había llegado a destino y no había visto ninguna chica linda. Y  salí del metro y no estaba en Charles de Gaulle Etoile sino en Plaza Cibeles de Madrid. Por eso, si van a Paris y deciden visitar la 4, rue Martel, sepan que los caminos de Don Julio son imposibles de controlar.Blog del autor del libro de cuentos "Historias fugaces de hombres y mujeres".