La ruta Dalí o el triángulo daliniano une los pueblos de Púbol y Cadaqués con Figueres, la capital de la comarca del Alt Empordà y ciudad que vio nacer a Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech, marqués de Dalí y de Púbol, un 11 de mayo de 1904.
“El verdadero pintor es capaz de pintar escenas extraordinarias en medio de un desierto vacío. El verdadero pintor es capaz de pintar pacientemente una pera rodeado de los tumultos de la historia”. Salvador Dalí
Es recomendable reservar dos días mínimo para realizar la ruta. Estoy haciendo la mía en coche, pero es facilísimo llegar en tren o en autobús (podéis ver cómo en este enlace).
Ayer hice el primer tramo (de casa a Figueres), que me llevó algo más de dos horas y media. Una vez en Figueres, llegar hasta el Teatro – Museo no tiene ningún misterio puesto que está perfectamente indicado. Entrar, sin embargo, sí supone un pequeño reto en esta época del año, ya que hay cientos de turistas haciendo cola pacientemente durante todo el día y más por la mañana. Me aconsejaron en taquillas que volviera entre las cinco y las seis de la tarde, cuando la muchedumbre ya ha pasado por ahí y es posible hacer la visita tranquilamente. Hice caso, esperé y utilicé la mañana para visitar la ciudad.
El conjunto consta de tres partes que forman un todo: el edificio del que fue el antiguo Teatro Municipal, torre Galatea -que alberga diversas salas producto de ampliaciones sucesivas- y la sala de exposiciones Dalí – Joies, que exhibe joyas originales junto a las pinturas que realizó el artista para diseñarlas.
La fachada del museo está presidida por una magnífica cúpula y decorada por figuras femeninas además de por uno de los símbolos recurrentes del universo daliniano, el huevo, enlazado con la vida prenatal intrauterina y, a veces, con la esperanza y el amor.
Según Dalí, no podría haber un lugar mejor para mostrar su obra, principalmente por tres razones: por tratarse él de un pintor eminentemente teatral, porque el teatro está justo enfrente de la iglesia de sant Pere, donde fue bautizado y recibió la primera comunión (y donde se celebraría su funeral en 1989) y, en último término, porque fue en el vestíbulo del teatro donde expuso por primera vez sus pinturas cuando era un joven aspirante a artista.
Fue alrededor de 1960, cuando Dalí era ya una figura de renombre mundial, que el entonces alcalde de Figueres cayó en la cuenta que la ciudad natal del artista tenía que contar con un espacio donde estuviera representado y se difundiera su obra.
Cuando se creó el Teatro – Museo se acondicionó también el espacio que lo rodea convirtiéndolo en un museo al aire libre que el propio artista se ocuparía de diseñar. Por un lado, hay un monumento dedicado a Francesc Pujols que culmina con uno de sus característicos huevos dorados. Por otro, la escultura Homenaje a Newton y tres esculturas de Antonin Mercè que representan a Meissonier, uno de los artistas favoritos del de Figueres. Completa el conjunto la obra de Wolf Vostell El obelisco de la televisión y varias esculturas y montajes del propio Dalí.
A las cinco, por fin, entro en el Teatro – Museo Dalí . “El mayor objeto surrealista del mundo” se abre ante mis ojos con la obra Cadillac lluvioso, situada en el patio. Es absolutamente fenomenal, grandiosa y sorprendente. Me dejó tan atónita que perdí la noción del tiempo haciéndole fotos, mirándola de un lado y de otro, hacia arriba y a mis pies, dentro y fuera.
Cuando logré salir de mi embobamiento, crucé el patio y llegué a la sala Escenario, un espacio amplio y elegante cuajado de arte.
El museo no está pensado como un repositorio de obras sino que este es, en sí mismo, una obra. Cada espacio nos propone diferentes combinaciones de cuadros, esculturas, muebles y decoraciones que permiten saborear el surrealismo en su acepción daliniana. Además, se incluyen obras de los amigos y artistas más admirados de Dalí.
También se accede a las habitaciones que utilizó en la torre desde octubre de 1984 hasta el momento de su muerte, el 23 de enero de 1989, a los ochenta y cuatro años mientras escuchaba Tristán e Isolda de Richard Wagner, su música preferida.
Dalí – Joies es un edificio anexo al Teatro – Museo diseñado por Òscar Tusquets en el que se muestra la colección de treinta y siete joyas de oro y piedras preciosas además de los veintisiete dibujos y pinturas para los diseños que Dalí realizó entre 1941 y 1970. Se trata de una colección excepcional que pasó por numerosas manos antes de ser adquirida por la Fundación Gala-Salvador Dalí.
Antes de terminar la visita, desciendo hasta la cripta, en la que se encuentra enterrado el artista.
Hasta aquí mi visita a la primera de las paradas del triángulo Dalí, hora de retornar al mundo real, aunque solo sea durante un ratito.
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Más información sobre el Museo – Teatro Dalí en:
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