Revista Psicología

Trastorno bipolar, una enfermedad que muchos españoles ocultan

Por Mundotlp @MundoTLP
Trastorno bipolar, una enfermedad que muchos españoles ocultan
Más de un millón de personas en España sufren de trastorno bipolar, sin embargo, la mayoría de los pacientes que acuden a consulta, ocultan por completo la enfermedad que padecen, en algunos casos incluso a sus propias familias y en algunas ocasiones, se realiza bajo la recomendación de su psiquiatra.

¿Por qué es una enfermedad que se debe mantener en bajo perfil?

Muchos especialistas consideran que contar que se padece de este trastorno, supone un enorme riesgo de sufrir rechazo e incluso la pérdida de un empleo. Cada caso es analizado de forma personalizada, sin embargo, si contarlo pone en riesgo su empleo, la mejor recomendación siempre será que no lo hagan.Incluso, si se piensa en contarlo a familiares o personas de confianza, siempre se les recomienda anticiparse y solo hacerlo en caso de que se tenga un indicio de que esa persona lo va a comprender.

Se tarda 5 años en diagnosticar una enfermedad que el 3% de los españoles padece

Una enfermedad que hasta los psiquiatras recomiendan ocultar es también una de las más frecuentes. En España, alrededor de un millón y medio de la población la padece, lo que representa el 3% de la población.Sin embargo, también se trata de una de las enfermedades más complicadas para identificar. De hecho, en cada dos de tres enfermos no ha sido diagnosticada aún. La media señala que en España se necesitan unos cinco años para ser diagnosticada, mientras que en Estados Unidos, se puede demorar hasta siete años, según los datos publicados.Algunos psiquiatras indican que cuando los síntomas son bastante graves, pueden ser fácilmente confundidos con una persona débil, inestable e incluso inmadura.Cuando son graves, sigue existiendo bastante confusión, normalmente con trastornos de depresión, esquizofrenia, etc., en niños, suele ser comúnmente diagnosticada de forma errónea con un TDAH.Toda esta confusión es la responsable de la demora en el diagnóstico correcto, que en la mayoría de las ocasiones, suele llegar pasada la pubertad, ya que la media del trastorno de bipolaridad ronda los 19 años, sin embargo, puede producirse en la infancia e incluso en la tercera edad.Ningún rango edad está libre de padecer esta enfermedad, pues, todos los sentimientos y estado de ánimo son regulados biológicamente, y en ocasiones, no funcionan de forma adecuada; en ese momento es cuando se desata el trastorno bipolar.Es común escuchar acerca de la bipolaridad, sin embargo, esta es una enfermedad bastante seria. Para diagnosticar este trastorno, la persona debe sufrir de al menos un episodio de manía o hipomanía, luego otro de depresión.Aunque la característica principal de la enfermedad tiene una importante base genética, está muy influenciada por factores ambientales, como el consumo de sustancias, el estrés, la falta de sueño, entre otros.

La dificultad a la hora de asumir que se está enfermo

Según muchos psiquiatras, la parte más difícil, sobre todo cuando el trastorno bipolar ha sido diagnosticado en la adolescencia, es lograr que la persona enferma siga estrictamente su tratamiento farmacológico, y sobre todo, el cambio que conlleva esta enfermedad en cuanto al estilo de vida.Lo ideal es tomar consciencia sin llegar a estigmatizar a sí mismo. Se debe tomar el medicamento de forma correcta, sin saltarse dosis y sobretodo sin tomar más dosis de las que recomienda su psiquiatra profesional. Por supuesto, el consumo de drogas, desde el alcohol hasta el cannabis, puede afectar de forma negativa el tratamiento, por lo que se deben evitar por completo. Por último, regular los hábitos es una buena idea para ayudar a controlar la enfermedad; dormir lo suficiente y cuando toca, es una buena idea.

Es importante detectar las señales de recaída

Pese a que se puede estar tomando la medicación de forma correcta, siempre existe la posibilidad de que se sufran algunos picos y valles. Esta enfermedad mientras más grave es, más crisis ocasionará, por lo tanto, es importante evitarlas antes de que siquiera aparezcan.Es importante que cada paciente sepa cómo controlar sus propios síntomas, en algunos casos pueden ser específicos de cada persona. Algo tan simple como no ducharse por las mañanas o enviar muchísimos mails por la noche, pueden ser ejemplos, por lo que cada persona debe saber cómo detectarlos.

Un medicamento eficaz, pero muy difícil de encontrar

En todos los casos, la mediación diaria es imprescindible, y sumado a un tratamiento adecuado, más de la mitad de los casos puede llevar una vida completamente normal. Otro porcentaje estará regulado o controlado, mientras que un número menor al 10% responde mal a la medicación.Los expertos señalan que la adherencia a la medicación, en los que la toman de forma correcta, es algo complicada. El fármaco por excelencia es el litio, sin embargo, la dosis efectiva está bastante cerca a la toxicidad, por lo que es necesario que se realizan análisis periódicos. Además, si se suspende de forma descontrolada, puede producir rebotes y recaídas importantes. Por esta razón muchos médicos prefieren recetar fármacos bastante menos efectivos, sin embargo, mucho más seguros y fáciles de tomar. 

La posibilidad de llevar una vida normal

Sí es posible tener una vida normal con trastorno de bipolaridad, de hecho, esto sucede en un porcentaje bastante alentador, en alrededor del 60 a 80% de los casos, sin embargo, se debe tener una buena aceptación por la medicación y también la capacidad de reconocer los síntomas de alertas y los hábitos que son señales de alarma.Aunque, la enfermedad como tal puede a ser bastante variable. Algunas veces tan solo se pueden presentar dos crisis en toda una vida, a padecer crisis quincenales o muchas más o muchas menos. Cada crisis varía mucho, en ocasiones se presentan los síntomas subsindrómicos, que se podrían definir como los momentos en los que el paciente presenta síntomas más leves de los que se presentan en una crisis real.Desde la euforia a la depresión; falta de interés, insomnio, desgana, energía, alegría, o la no necesidad de sueño pueden ser algunos ejemplos de estos síntomas.

Fuente: eldigitaldemadrid

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