Es muy importante tener presente que nuestras mascotas no son seres humanos y por tal motivo ni piensan ni actúan como tales. Lo que para nosotros tiene un significado, para ellos tiene uno totalmente diferente y es que, para comenzar, los caninos basan su comportamiento social en función a un tema de niveles jerárquicos.
Nuestros perros respetan a quienes consideran jerárquicamente superior y no respetan a quienes consideran de jerarquía inferior.
Muchas de las costumbres que tienen los dueños hacia sus mascotas solo logran hacerles creer a éstas que jerárquicamente son superiores a sus co-habitantes. Existe un aspecto muy importante y es que los perros no conocen el concepto dueño-mascota.
Tomemos como ejemplo el hecho de cargar al cachorro. Muchas personas cargan a sus cachorros en clara analogía a la costumbre de cargar a los bebes; pero se olvidan que a los bebes se les carga por una razón: ellos no pueden caminar. Los cachorros si pueden hacerlo y como su madre nunca los cargó, por no ser una costumbre canina, no hay forma que asocien el hecho de ser cargados con una demostración de afecto. Por el contrario, lo asocian con una demostración de sumisión por parte de quien lo carga. El cachorro asume que quien lo carga es de jerarquía inferior y que lo carga para ahorrarle la fatiga de desplazarse de un lugar a otro.
Otra práctica perjudicial para la conducta de los perros es subirlos a la cama. Los perros tienen muy bien desarrollado el sentido del olfato y al permitírsele subir a la cama el mensaje que se le da es que ese espacio, esa cama, que tiene el olor propio de quien allí duerme, puede ser invadido por él ya que es el jefe del grupo que vive en esa casa.
Cuando un cachorro crece convencido que es el jefe de un grupo, se vuelve agresivo, posesivo, dominante y gobernante de todos los que con él viven. Come cuando quiere, se echa donde quiere, muerde cuando quiere y a quien quiere.
Todo esto constituye un trastorno conductual muy frecuente; la especie que se supone sería la mascota de la familia, de pronto se convirtió en el jefe de esta.
El grado de posesividad de un perro mal criado, llega a tal extremo que se convierte en un animal angustiado. No soporta que sus dueños salgan de la casa, empieza a romper y a morder objetos de la casa: puertas, muebles, zapatos, ropa, etc., llegando al extremo de defecar o miccionar en la cama de sus propietarios. Esto se debe a que la sensación de angustia es tan desesperante que buscan la manera de liberarse de ella y se conoce como Angustia de Separación.
En el caso de los humanos, cuando se presenta la angustia, algunos se van de compras, otros comen chocolates, otros buscan una amistad para conversar, etc.; los perros no van de compras, ni comen chocolates, ni buscan a nadie para conversar; solo optan por morder y destrozar cosas.
Estos perros tienen que recibir tratamiento psicológico y en algunos casos tratamiento psiquiátrico.
Es por esa razón que es muy importante no cometer errores durante la educación del cachorro.
Una buena educación asegurará un correcto desarrollo psicosocial del perro adulto. Recuerde que la educación la da el propietario del cachorro y no un entrenador. Hágase de un tiempo para poder dárselo a su mascota, sáquelo a caminar diariamente y por un tiempo no menor a 30 minutos diarios; esto le permitirá tener una mascota mentalmente equilibrada y una familia segura y feliz.