Tratado de la vida elegante, de Honoré de Balzac

Publicado el 29 julio 2011 por José Angel Barrueco

Corolario. Para ser fashionable, hay que disfrutar del descanso sin haber pasado por el trabajo: o sea, haber ganado el gordo de la lotería ser hijo de millonario, príncipe, tener una sinecura, o varias.
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El artista es una excepción en todo: su ociosidad es un trabajo, y su trabajo un descanso; unas veces es elegante y otras descuidado; cuando le apetece se reviste el blusón del labrador, y decide qué frac deberá llevar el hombre que quiera estar a la moda; él no sigue las modas, las impone.
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Un pueblo de ricos es un sueño político imposible de realizar. Una nación se compone necesariamente de personas que producen y personas que consumen. ¿Cómo es que quien siembra, planta, riega y cosecha es precisamente el que menos come?
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No basta con haberse hecho rico o haber nacido rico para llevar una vida elegante: hay que poseer el sentido de la elegancia.
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Las distinciones se envilecen o mueren cuando se hacen comunes; pero existe un poder encargado de estipular otras nuevas distinciones: nos referimos a la opinión; y la moda no ha sido jamás otra cosa más que la opinión aplicada a la indumentaria.

[Traducción de Lluís Maria Todó]