Tratados internacionales de comercio y su influencia sobre Noruega

Publicado el 13 diciembre 2014 por Espanorg

Un comercio internacional más libre y con menos regulaciones es necesario para crear riqueza y nuevos puestos de trabajo, y es nuestra principal herramienta para luchar contra la pobreza, es lo que piensa el ministro de asuntos exteriores Børge Brende, su gobierno, instituciones y organizaciones, grandes empresas y muchas personas. Tiene un fundamento arraigado en la sociedad y poderosos anclajes que gobiernan la vida social.

Otros actores en cambio piensan que acuerdos multinacionales como el aprobado recientemente por la Organización Mundial del Comercio, o los que se están negociando en secreto como el Tratado de Libre Comercio (TTIP) entre los USA y la UE, y el TISA (Acuerdo para el comercio de servicios) van a favorecer en mayor grado a los más ricos y los intereses de las grandes compañías, y de esta forma afectar también a Noruega.

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Mientras que unos países piensan que el tratado alcanzado es una buena noticia para el esfuerzo global por reducir la pobreza y fomentar la economía mundial otros piensan que el acuerdo alcanzado por la WTO es una victoria para los intereses exportadores de los países ricos, lo cual supone un nuevo revés para un comercio mundial más justo y que la WTO trabaja por liberalizar el comercio mundial sin tener en cuenta los intereses de los países pobres.

El pensamiento económico que se encuentra tras estos acuerdos internacionales (economía trickle-down) es que la riqueza exuberante de los ricos de alguna forma se expande hacia abajo, hacia la mayoría más pobre. Pero el hacer a las grandes compañías todavía más poderosas -como el TTIP va a hacer- no va a ser necesariamente bueno para los que se encuentran en la mitad y mucho menos para los que están abajo del todo. Que las grandes compañías serán las grandes ganadoras mientras que la pequeña y mediana empresa perderá.

Varios políticos como Jens Stoltenberg y Børge Brende ya anuncian que hay que tolerar inversores extranjeros, en un intento de suavizar la fuerte política proteccionista noruega, que por mucho que se resista está profundamente asociada a la europea. Hay que dar para poder recibir, es el mensaje; pero el problema es que las grandes compañías se llevarán suculentos beneficios

La Comisión Europea elige la estrategia de vender el acuerdo como un paquete coyuntural gratuito, que promete millones de nuevos puestos de trabajo, mercancías más baratas y crecimiento económico. Pero muchos temen que mayor comercio con los USA supondrá menos comercio entre los países europeos y con el tercer mundo. Consecuencia de ello será también que la pretendida visión de un comercio interior europeo como motor de crecimiento se quedará en una ilusión. Lo poco que nos queda de agricultura a pequeña escala - y de esto hay mucha en Noruega, desaparecerá.

Son ahora las organizaciones medio ambientales, de consumidores y la política laboral los impedimentos que se están encontrado USA y la UE en sus negociaciones TTIP para comerciar e invertir. Porque las grandes compañías tendrán ahora mayor poder para confrontar viejas y nuevas legislaciones en los tribunales internacionales, y de esta manera conseguir decisiones jurídicas a su favor que revoquen lo legislado en los diferentes países y tener asimismo derecho a compensaciones por supuestas pérdidas de negocios futuros.

En cuanto a la negociación sobre el acuerdo TISA le sucede como al acuerdo del WTO -donde se amenaza a los países pobres que subsidian su agricultura; en Europa es la cultura la que está subsidiada y muchos temen que un acuerdo que liberalice los mercados acabará con la cultura autóctona en beneficio de Disney, Century Fox y Google.

En la década de los 80 los productores norteamericanos de arroz tenían enormes cantidades sin vender debido a su agricultura efectiva. Presionaron y Bill Clinton consiguió de Haití la importación de arroz norteamericano a precios bajo coste. El mercado nacional colapsó y miles de agricultores perdieron lo poco que tenían. Esta fue una de las causas de que emigraran haciendo crecer sin concierto los débiles barrios de la capital que luego fueron tragados por la tierra durante el terremoto.

La globalización ha llegado para quedarse y hay que relacionarse con ello. Pero la no regularización de los mercados, el abandono a la "real politikk" y la economía como dirigente de las políticas nacionales por encima de las decisiones populares no tiene pinta de ser nada sensato.

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