Habían pasado dos semanas desde que Alejandra se convirtió en mayor de edad, al ser hija única era la consentida de sus padres, pero a la vez la sobreprotegían por lo que sus acciones y amistades pasaban por la supervisión estricta de ellos. Pero esta noche todo sería diferente, por fin se liberaría de las cadenas que por 18 años la aprisionaron; hoy es la fiesta de Halloween organizada por su amiga Carolina. Alejandra y Carolina han ido al colegio juntas toda su vida, sus padres son buenos amigos y ven con buenos ojos la amistad de ambas; a diferencia de Alejandra, Carolina es más liberal y sus padres son más permisivos razón por la cual le dejaron a su disposición la casa para que organizara una fiesta.
Eran las seis de la tarde aproximadamente cuando salió de la ducha; cuidó cada detalle para esta noche, depilando las áreas de su cuerpo necesarias y verificando que no haya nada fuera de lo normal que arruine su debut. Se paró frente el espejo de su habitación y dejó caer la toalla mostrando su cuerpo desnudo todavía un poco húmedo; la vida había sido generosa con ella proporcionándole un cuerpo que era envidia de varias de sus amigas, sus pechos talla 36B redondos y firmes daban la impresión de ser obra de algún cirujano estético, su estrecha cintura hacía juego con sus amplias caderas, su piel blanca la hacían ver como una muñeca pero su orgullo era su cabello negro lacio que llegaba un poco más debajo de la cintura.
Ya estaba lista para la noche que le esperaba; cuando estaba bajando por las escaleras se tropezó con su padre que le lanzó una mirada de reproche al ver la forma en que iba vestida, sin despedirse cada uno continuó su camino. Cuando se encontraba cerca de la casa de la amiga se colocó que antifaz que llevaba; al llegar se encontró con las puertas abiertas, la anfitriona lo dispuso así para no ser reconocida ya que su deseo es que los nombres de los asistentes permanecieran anónimos y pudieran dejar escapar su imaginación.
La fiesta hace un rato que había comenzado y el salón donde estaba la parte principal estaba repleto, la música y las bebidas tenía muy animados a los invitados; Alejandra se paseó por el salón mientras iba camino a servirse una bebida, al instante fue el blanco de las miradas de todos los presentes, incluyendo las chicas. Pasaron las horas y entre la música y los tragos la gente se fue desinhibiendo más y más, se podía ver en los rincones parejas casuales besándose y otros bailando de forma un poco atrevida. Alejandra se armó de valor y se quitó la capa para mostrar mejor sus atributos, se dirigió al centro de la pista y comenzó a moverse al ritmo de la música, no le importaba bailar sola esa noche se sentía más libre que nunca.
La chica felina degustaba los pechos de su compañera con experiencia, rozando su lengua por los pezones y robándole gemidos de placer cuando los mordía levemente, tomaba los pechos con ambas manos debido al tamaño que tenían. Luego sus manos se dirigieron debajo de la falda de la chica y con violencia le quitó las diminutas bragas rojas que llevaba; se separó momentáneamente de la chica y procedió a abrir su traje para después quitárselo mostrando su cuerpo desnudo, todo eso frente a la mirada atónita de Alejandra. La piel bronceada por el sol se le hacía muy familiar, fue entonces cuando su mirada se clavó en la espalda de la chica y pudo notar un tatuaje de una rosa con las siglas “C.M” no cabía duda, la chica felina no era otra que su amiga Carolina, nunca se imaginó que ella tendría esos gustos o quizás eran producto de la fiesta y el alcohol.
Alejandra continuó en su búsqueda de un lugar donde sentirse segura, quizás una de las alcobas estaría bien. Siguió por el pasillo tratando de encontrar una puerta sin seguro, intentó con dos o tres hasta que una de ellas se abrió ante sí, la recámara de los padres de Carolina. La chica no podía salir del asombro anterior cuando se encontró con la imagen de tres personas desnudas en la cama, dos chicos musculosos con máscaras de luchadores y una chica que daba la impresión de antes poseer un traje de princesa por la tiara que llevaba aún en el cabello. El trio se encontraba en faena sexual cuando fueron descubiertos por Alejandra, pero parecieron ignorarla y continuar con sus cosas. En medio de ambos chicos se encontraba la joven rubia siendo penetrada de forma salvaje por sus orificios, se podía ver que lo estaba disfrutando porque tenía los ojos entrecerrados y la boca abierta soltando pequeños gemidos placenteros. Desde la perspectiva de Alejandra podía ver que los chicos están equipados con unos miembros descomunales y dedujo de allí el porqué de la cara de la chica, los pechos de esta colgaban y se mecían al ritmo de las embestidas que recibía. Alejandra no se había percatado que había una cuarta persona en la habitación, al otro lado en una de las sillas se encontraba una chica morena despojada totalmente de sus ropas que sostenía en una de sus manos una cámara filmadora mientras que con la otra masajeaba su sexo.
Sintió una presencia detrás de ella y antes de que pudiera voltearse fue tomada nuevamente por la cintura, sintió la respiración de su acosador en el cuello acercándose más para susurrarle al oído suavemente “¿Trato o truco? todo se vale”. Alejandra no pudo luchar más con lo que ocultamente sentía y se entregó por completo a su acosador quien comenzó a masajear sus pechos para luego sacarlos del vestido, los siguió apretando de forma salvaje hasta pellizcarle los pezones que la hizo soltar un gemido de placer, las manos del extraño comenzaron a recorrerla toda delineando sus curvas. Alejandra se sentía fuera de sí con el placer que estaba recibiendo de otras manos; ya entregada al éxtasis se dio media vuelta para buscar los labios del extraño, al girarse se encontró con un hombre un poco más alto que ella de brazos torneados vestido con un traje de mago y un antifaz blanco que ocultaba su identidad.
Sus labios se unieron y dentro de sus bocas sus lenguas comenzaron a juguetear, el extraño deslizó sus manos por el cuerpo de la chica para luego subir poco a poco la falda dejando sus nalgas al descubierto, Alejandra recibió con gusto el apretón que aquel extraño e brindó. Sus labios se separaron y él comenzó a deslizarlos por el cuello de la chica entregada, tomó con ambas manos sus pechos y los llevó a su boca donde los succionó, besó y mordió; de forma hábil tomó la tanga y comenzó a deslizarla por las piernas hasta que las despojó de ella. Alejandra sabía muy bien que es lo que seguía a continuación y para no darle más espera llevó sus manos al pantalón de su pareja y soltándolo consiguió liberar su miembro.
Quería devolver parte del placer recibido se agachó para llevar el miembro a su boca, nunca antes lo había hecho, pero en ese momento parecía una experta; con su lengua recorría toda la extensión de un lado a otro y después se lo introducía en la boca hasta lo profundo de su garganta, lo sacaba y repetía la operación, a pesar de su inexperiencia sabía que lo estaba haciendo bien por los gemidos que lograba sacarle al extraño. No puedo aguantar la tentación de llevar una mano a su sexo que se encontraba muy húmedo y mientras succionaba aquel miembro con la yema de los dedos frotaba su clítoris igual que cuando se autosatisfacía. Luego de unos cortos minutos el extraño la tomo por un brazo para que se pusiera de pie y tomándola en peso la colocó sobre la baranda de la terraza y hundiendo su cara entre sus piernas comenzó a probar el dulce néctar que emanaba del sexo de la joven.
En menos de una hora Alejandra había caído en un mundo de lujuria y perversión, las imágenes de lo acontecido daban vueltas en su cabeza, comenzó a sentir una presión en su vientre, estaba llegando al clímax, un escalofrío recorrió su espalda y como una onda de choque el primer tan esperando orgasmo llegó, se aferró con sus manos a la cabeza de la persona que le estaba dando ese placer y mientras estallaba en placer lo hundía más entre sus piernas. Después de semejante placer se sintió desfallecer y se dejó caer en los brazos de su ahora adorado extraño; pero allí no había acabado todo.
Nuevamente buscó la boca de aquel extraño hombre y se fundieron en un beso; la humedad de su sexo iba en aumento, podía sentir como sus jugos se deslizaban por sus muslos hasta las rodillas. El extraño aumentó el ritmo de sus embestidas mientras Alejandra no podía contener sus gemidos, el placer iba en aumento para ambos y el momento esperado se estaba acercando. Alejandra clavó sus uñas en la espalda de su acompañante y sin medirse dejó salir un grito de éxtasis que fue ahogado por el ruido de la música, sintió algo tibio en el interior de su vagina, era la copiosa corrida de aquel extraño que acababa de poseerla. El segundo orgasmo la dejo tan exhausta que sintió adormecerse en los brazos de su extraño; ausente de la realidad sintió como era acomodada en una de las tumbonas de la terraza.
Alejandra nunca pensó que saldría de su casa como una niña y regresaría convertida en toda una mujer; lentamente abrió la puerta principal sin hacer ruido y se dirigió a su habitación. Ya en ella se terminó de despojar de sus ropas y pudo admirar en pleno los signos de su reciente aventura sexual. Cuando fue a dejar la montura dental en la mesa de noche al lado de su cama vio un antifaz blanco como el que llevaba aquel extraño que la acababa de hacer mujer ¿sería acaso que…?