Tres años en Nueva York, de Ana Galán - Crítica literaria

Publicado el 01 abril 2011 por Eltiramilla

Tipo de Crítica: Novedad 2011
Libro independiente
Clasificación: Novela realista
Nuestra edición: Destino, 2011, 11’95 €
Valoración: 3,5 sobre 5

Uno más dos son tres, y esos son los años que Ignacio va a estar separado de sus amigos, el amor de su vida y su instituto de siempre. A su padre le han ofrecido un trabajo importantísimo en Nueva York que no puede rechazar, así que toda la familia va a recoger sus bártulos para volar desde España hasta la vasta América, donde sólo por sentarte en grupo en la calle la policía tiene derecho a dispersarte. Su hermana está encantadísima con el cambio, porque deja atrás un barrio aburrido y un ex-novio que le puso los cuernos, pero Ignacio tardará mucho tiempo en dejar de protestar y sentirse al otro lado del charco como en casa. A través de Tuenti sigue con ansiedad la vida que sus amigos llevan en Madrid y con su novia habla mediante Skype, pero no es lo mismo, y menos cuando en su nuevo colegio es el rarito introvertido, “el extranjero” que chapurrea inglés. Pero paciencia, porque cuando menos se lo espere conocerá a un grupo de gente interesante… tal vez demasiado atrevida y temeraria para su propia tranquilidad.

Según la breve biografía que hay escrita en las solapas del libro, Ana Galán nació en Oviedo, pero ha vivido gran parte de su vida en Nueva York, y, ah, eso se nota, porque si hay algo que me gustaría destacar de la obra es su ambientación, tan lograda y ricamente descrita. Abrimos las páginas en Madrid, donde nos aguardan un pequeño caos, una atmósfera muy de aquí y adolescentes más preocupados por montar la fiesta del siglo que por despedir entre lágrimas a un amigo. Sin embargo, en poco tiempo llegamos a la bella ciudad a la que cantaba Sinatra, donde las cosas son tan modernas y cosmopolitas como viejas y destartaladas, la ley se vuelve del revés mientras los policías se alimentan de donuts y los alumnos de cursos superiores tienen derecho a dar palizas a los recién llegados porque los profesores hacen la vista gorda. También la narración de la autora, su sencillez y frescura, y el ritmo que coge y no suelta son puntos a favor que consiguen que Tres años en Nueva York se convierta en una lectura entretenida y sencilla. A veces peca de jovial, sobre todo cuando habla y piensa Ignacio, personaje estrella y voz narradora, aunque tampoco voy a discutírselo, porque el chico no deja de tener catorce añitos y estar metido de lleno en la edad del pavo… tanto que a veces resulta cargante. Lo que ya no me gusta tanto ni me parece justificable es su actitud machista en sus comentarios tontos con sus amigotes o la madre florero débil, obediente y simplona que la autora ha querido dibujar. Por no hablar de que los comentarios que Ignacio profiere contra el colectivo gay para dárselas de machito tampoco me han sabido a rosas, precisamente. ¿El personaje de Galán es simplemente torpe con una necesidad brutal de cariño y atención, o realmente estos dos aspectos van más allá? Dejando este mar de preguntas a un lado, hay que reconocerle a la escritora que conoce bien la mente adolescente y es bastante hábil a la hora de retratar el dolor del primer amor o el sentimiento que uno experimenta cuando se siente un cero a la izquierda y vuelve luego de nuevo al ruedo. También es digna de reseñarse la coherencia de la novela en el tratamiento de la lengua, tan original, y es que se atreve a escribir las conversaciones que transcurren en inglés… en inglés, nada más y nada menos. Eso sí, si alguien no va demasiado bien en esta asignatura no debe asustarse, porque se entiende todo a la perfección gracias al parafraseo y el contexto.

En definitiva, una novelita corta de esas que se leen muy rápido y sirven para entretener. No cuenta nada nuevo, resulta bastante previsible sobre todo porque su estructura es clarísima y sus personajes podrían haber sido un poquito más profundos, menos arquetípicos. Pero, lo dicho, cumple su propósito, que es hacernos pasar un rato entretenido, viajar hasta Nueva York y vivir un par de aventuras típicas de instituto americano.